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Amistad, ¿entre padres e hijos?

Ignacio Espinoza Godoy

Tradicionalmente, el 14 de febrero está dedicado al amor y la amistad, día que festejan las parejas (novios, esposos, etc.) y los amigos con quienes se han afianzado fuertes vínculos por afinidad en diferentes aspectos. Sin embargo, poco se habla, y también muy poco se fomenta la amistad que debe existir entre padres e hijos para que su relación vaya más allá de los lazos consanguíneos que los unen.

Quizá suene poco extraño, pero la amistad entre padre e hijo también es posible que se cristalice en los hechos si ambos trabajan constantemente, todos los días, en una relación de camaradería, respeto y confianza, tal como sucede con un amigo común y corriente de la escuela o del barrio, a quien se le confían problemas, secretos y confidencias. En estos tiempos en que la inseguridad ha obligado a la sociedad a modificar sus hábitos, para proteger su integridad física y el patrimonio que han logrado adquirir las familias, se requiere que padres e hijos mantengan un contacto permanente para cuidar que estos últimos tengan amigos que no vayan a resultar una mala influencia en su conducta. Y la mejor manera de cerciorarse de que así suceda es convertirse en aliados de los hijos para conocer quiénes son sus amigos, dónde y cómo viven, quiénes son sus padres, entre otras cuestiones de las que debemos estar enterados para estar más tranquilos en ese aspecto.

Pero... ¿cómo empezar a ganarse la confianza de los hijos para que los padres podamos ser considerados como amigos por ellos? Si bien a los padres nos toca una labor difícil porque debemos educar con disciplina y severidad cuando las circunstancias así lo ameriten, también podemos comenzar a acercarnos poco a poco a ellos interesándonos en sus amigos, preguntándoles cómo se llevan con ellos, qué aspectos en común tienen, en fin, buscar el momento adecuado para investigar cómo es la relación entre ellos. Aunque se antoja difícil empezar y, más aún, consolidar una relación de amistad con los hijos, por todo lo que implica el amplio concepto, es una tarea que los padres podemos echarnos a cuestas si deseamos verdaderamente que los hijos estén cerca de nosotros y nos confíen al menos parte de sus principales vivencias, temores, inquietudes, alegrías, sueños, éxitos y fracasos, dentro y fuera del hogar.

Sin embargo, si nos hemos fijado el objetivo de ser amigos de los hijos, deberemos también tomar en cuenta que hay que correr y aceptar el riesgo de ser criticados y cuestionados por ellos, tal y como lo hacen abiertamente con chicos de su edad, pues no se trata de imponer criterios y reglas ya que de lo contrario se estaría perdiendo la esencia de la amistad, en la que los dos son iguales.

Otra faceta de la amistad entre padres e hijos podría consistir en buscar aprender de ellos, estar receptivo y tener la apertura y madurez suficientes para aceptar que también nos pueden enseñar mucho. No pretendamos ni tengamos el falso perjuicio de que los padres lo sabemos todo y que los hijos son los que deben aprender todo lo que, a veces con una actitud de sabelotodos, los padres creemos que ellos ignoran, cuando desconocemos que ellos tienen acceso a un mundo de información.

A usted, como padre, amable lector, ¿le avergonzaría pedirle ayuda a su hijo o preguntarle sobre determinado tema? Seguramente ya lo puse a pensar, o tal vez tiene la absoluta certeza de que su “pequeño” o “pequeña” no tiene nada que enseñarle ni mucho menos no hay nada en lo que pueda requerir su apoyo. Vamos, no hay que ser tan soberbios y arrogantes y reconozcamos, con humildad, que no lo sabemos todo, mucho menos conociendo que vivimos en un mundo tan cambiante y que avanza a pasos agigantados en todos los aspectos, sobre todo en tecnología.

Debemos admitir que así como los amigos se reservan algunas cosas para sí, de la misma forma, los hijos no tienen por qué contarnos todo lo que les ocurre, pero sí les podemos hacer saber que ahí estamos para escucharles y tenderles la mano de un amigo que se preocupa por su bienestar, sin importar que a veces se equivoquen, que al fin y al cabo los padres también somos seres humanos y tendemos a cometer errores, en ocasiones involuntarios.

Entonces, que no nos dé miedo que los hijos conozcan esa faceta de nosotros como personas con temores y equivocaciones. Los padres no somos seres infalibles, y como tales debemos mostrarnos ante los hijos, aunque nos cueste trabajo mostrar esa cara de nuestra personalidad. Tal vez de esa forma nuestros pequeños se darán cuenta de que también tenemos debilidades que no tememos que conozcan.

La amistad entre padres e hijos es posible en estos días, a pesar de que sus amigos y otras distracciones los mantengan ocupados. Solo es cuestión de acercarnos más a ellos e interesarnos en sua actividades, de forma genuina, tal como los amigos de su edad. Una relación de este tipo, de igual a igual (aunque suene ilógico y utópico), con el tiempo puede consolidarse y dejar frutos positivos para la familia. Vale la pena intentarlo, ¿no lo cree?

Escrito en: orientacion familiar consejos educacion para padres e hijos padres, hijos, amigos, amistad

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