EFE
Pekín.- Más de dos millones de chinos intentan suicidarse cada año, un hecho muy ligado a la depresión según las autoridades, pero que en China esconde motivos más profundos
relacionados con las desigualdades sociales y la tradición.
Del millón de suicidios que se producen en el mundo al año, un 28,7 por ciento, o 287.000, se consuman en China: a diferencia de otros países, más de la mitad (150.000) son cometidos por mujeres.
Según datos de la Asociación China de Salud Mental, los suicidios en las áreas rurales superan a las urbanas, mientras que es la quinta causa de muerte en China y la primera entre los jóvenes de edades entre los 14 y los 34 años.
"Cada día recibimos al menos cuatro llamadas por intentos de suicidio", afirmó Zhang Zhou, director de Emergencias del Hospital Cerebral de Nanjing, ciudad de seis millones de habitantes en la provincia oriental de Jiangsu.
China, país de 1.300 millones de habitantes, cuenta con tan sólo 14.000 psiquiatras, un número similar al de Francia (con 60 millones de habitantes), que empezaron a prestar sus servicios a finales de la década de 1980.
Ante la dimensión de la tragedia, el Gobierno chino ha puesto en marcha un programa de asistencia psicológica para luchar contra la depresión, a la que atribuyen el origen del alarmante número de suicidios.
"Los intentos de suicidio son una especie de enfermedad mental que tiene que tratarse con ayuda profesional y medicación", afirmó el profesor Zhai Shutao, del Hospital Cerebral de Nanjing.
Según el Gobierno, un 70 por ciento de los suicidios tienen su origen en "enfermedades mentales", un apelativo muy amplio que hasta hace dos años incluía la homosexualidad.
Sin embargo, menos de un 40 por ciento de los intentos de suicidio se deben a esas enfermedades, mientras que el mayor porcentaje de suicidios en el campo, con 150 millones de parados, pone el acento en su uso como una forma de protesta silenciosa.
En los últimos años, y debido al retraso en el pago de los salarios a los trabajadores rurales inmigrantes, han aumentado las inmolaciones de campesinos a lo bonzo en la plaza de Tiananmen, una forma de protesta usada también por los seguidores de la proscrita
secta budista Falun Gong.
El suicidio en China no está considerado un tabú como en las sociedades occidentales, sino que, a menudo, es una manera de recuperar la dignidad cuando se ha sufrido una humillación, ya que la cultura china no tolera la expresión de las emociones ni la
protesta.
Desde que en 1978 se iniciara el acelerado proceso de reforma y apertura económica se han producido cambios radicales en la sociedad china, que incluyen el fin de los beneficios sociales y el aumento del desempleo y de la competitividad.
Según los expertos, el mayor porcentaje de suicidios entre las mujeres chinas está muy ligado a la práctica del aborto como medida de control de natalidad y como respuesta a la violencia de género, sufrida por un 40 por ciento de las casadas.
Las universidades de Pekín y Tsinghua, las más prestigiosas del país, sufren un alto índice de suicidios entre sus alumnos, acuciados por la competencia y la presión de la familia, que a duras penas puede financiar los estudios.
Son, en su mayoría, hijos únicos que en muchas ocasiones han sido los mejores estudiantes en sus provincias y que no pueden aceptar un suspenso o un desengaño amoroso.
Mañana, uno de abril, se cumple un año del suicidio de uno de los artistas honkonguenses más queridos en China, Leslie Cheung, protagonista del film "Adiós a mi concubina", que lo convirtió en el mejor actor de Cannes en 1993, y cuya muerte ha arrastrado al
suicidio a muchas seguidoras en el último año.
Actor genial, cantante y bailarín abiertamente bisexual, Cheung (conocido en China como Zhang Guorong), saltó del 24 piso de un hotel en Hong Kong, tras escribir una carta que empezaba con la palabra "depresión".