Ayrton Senna, el hombre que nunca se fue
El primer día del mes de mayo de 1994 será recordado por el adiós a uno de las figuras más emblemáticas no sólo del deporte, sino de la historia mundial; Ayrton Senna.
Fuera de serie, un hombre como pocos que ha puesto bajo sus manos el volante de un monoplaza y que lo ha hecho 'volar', que hizo gritar a las tribunas de cada país que visitaba. No era exclusivamente su magistral carisma, era su talento el que lo hacía brillar sobre las pistas más calientes de la Fórmula Uno de aquellos ayeres.
Como olvidar a uno de los grandes, no se le puede decir adiós a un personaje de la envergadura de Ayrton Senna, el de la sonrisa eterna que aún destella en la pared de algún edificio, de un muro o de una simple campaña publicitaria a su nombre.
Pero que no quepa duda que la figura y nombre del piloto brasileño no sería el mismo de no haber existido Alain Prost; el enemigo, su rival y al final, su amigo.
Añoranzas quedan de lo que fueron duelos a verdadera muerte en los circuitos del Campeonato Mundial de la década de los años 80 y principios de los 90. Rebases que ponían los pelos de punta y maniobras que ni los más fríos de esta época habrían soportado, así eran las batallas épicas en las que se batían el holandés y el brasileño.
Y fue entonces que la primavera de 1994 despidió a uno de los más grandes del automovilismo, Ayrton subió a su coche para no bajar jamás pero quizás lo hizo para seguir presente en la mente de millones de personas que aún lloran su muerte.