Editoriales

El huevo de Colón

GILBERTO SERNA

Eran los días de una infancia en la que todo lo que se nos decía pasaba a ser parte de nuestro acervo cultural. El maestro nos explicaba que Cristóbal Colón había logrado, ante la expectación de los que lo escuchaban, poner un huevo de gallina que permaneció erguido sobre sí mismo sin sujetarlo ni cayera de costado.

Desde nuestros pupitres previamente proveídos de cascarones tratábamos de que los blanquillos permanecieran inmóviles sin que lográramos ese propósito, se tambaleaban cayendo a un lado o a otro.

Luego el profesor Antonio Vigatá Simó, parodiando a Colón, con gravedad en el gesto puso el que traía sobre su escritorio guardando su equilibrio cual si fuera cosa de magia, logrando que con azoro pusiéramos nuestra total atención en lo que en ese momento ahí acontecía. En ese salón de párvulos recibíamos nuestra primera lección: no todo lo que perciben nuestros sentidos resulta verdadero.

La cosa es que varios nobles españoles se juntaron con el genovés y uno de ellos lo increpó indicándole lo fácil que era el descubrir cómo llegar al nuevo continente, si se lo proponían, viajando hacia el oeste en vez de al este, lo cual muchos podrían hacerlo sin que fuera algo plausible o tuviera algún mérito extraordinario. A lo que Cristóbal no hizo retobo alguno concretándose a pedir que pusieran el huevo de tal manera que, sin sostenerlo con las manos, se mantuviera sobre uno de sus extremos, lo cual ninguno pudo lograr después de varios intentos, en cambio él lo hizo a la primera tentativa pues antes lo estrelló levemente en su parte ancha consiguiendo mantenerlo erecto, firme y enhiesto lo cual era fácil, pero hete ahí el quid del asunto: es que a ninguno se le había ocurrido. La moraleja es que muchas cosas que parecen difíciles de hacer, con un poco de ingenio se logran, pues lo difícil es que a alguien se le ocurra hacer lo que parecía irrealizable.

Hago la cita por lo que ha sucedido con la selección de futbol del torneo que acaba de terminar en estos días. Viendo lo que ocurrió en Brasil, donde se levantó como ganador el equipo alemán que se llevó la copa, no podemos permitir que nos durmamos en nuestros laureles. Aunque nunca en el mundial hemos obtenido coronas debido a las victorias por lo que es un decir al hablar de laureles que eran las que ceñían las sienes de los que triunfaban en la época del Imperio Romano. La frase incluye como sinónimos el de descuidarse, abandonarse y relajarse. Faltan años para que empiecen nuevamente los felices días de otra justa. No podemos abandonarnos a la milonga o sea al descanso inmerecido. Hay muchos jóvenes a los que debe darse preparación o sea generaciones que deben recibir una oportunidad,

Debe convencer a los muchachos que es ahora o nunca. Entreguemos buenas cuentas y corrijamos lo que se ha venido haciendo mal, Un muchacho de 22 años les ha puesto el ejemplo. Creo que los buscadores de talentos se pueden dar gusto recorriendo los campos donde los equipos amateur practican un muy buen futbol. Son diamantes en bruto a los que de de dárseles reflectores. Un joven de 22 años, Mario Gotze les está abriendo las puertas de la gloria. Adelante enseñemos la disciplina que se requiere. Encontremos la gallina de los huevos de oro para que nuestros adolescentes demuestren que también ellos las pueden.

Escrito en: cual, nuestros, huevo, varios

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas