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La Hacienda de San Lorenzo de Parras. Noticias de su fundación y algo más

SIGLOS DE HISTORIA

La Hacienda de San Lorenzo de Parras. Noticias de su fundación y algo más

La Hacienda de San Lorenzo de Parras. Noticias de su fundación y algo más

Gildardo Contreras Palacios, Miembro del Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas

TERCERA PARTE

III.- Acontecimientos del Siglo XIX. A principios del siglo XIX, en plena época independentista, la hacienda de San Lorenzo seguía perteneciendo a los descendientes de don Juan Lucas de Lazaga y por dicho lugar pasó el señor cura don Miguel Hidalgo, cuando ya preso, lo conducían las tropas realistas a Chihuahua, junto con sus principales colaboradores en la guerra por él iniciada. Sobre la estancia del señor cura en San Lorenzo, uno de los religiosos que acompañaban a Hidalgo, fray Gregorio de la Concepción, que logró salir con vida de aquella situación, nos dejó escrito lo siguiente:

"… nos tuvieron allí dos días… no salimos hasta las dos o tres de la mañana y desde esa hora sin parar caminamos hasta llegar a una hacienda de Parras, como a una legua (San Lorenzo), que llegamos como a las ocho de la noche más muertos que vivos… y como causó tanta emoción en Parras, salió mucha gente de a caballo y como nuestra fila era muy larga, corrían de punta a punta, llamándonos de mil dicterios, todos gachupines que yo había indultado (en Carneros, cerca del Saltillo), y me decían: ¡adiós mi general, ya la mitra de México se le perdió; ahora nos veremos pícaros! Y con esos trabajos llegamos a la dicha hacienda... permanecimos allí dos días enteros…". La estancia de Hidalgo en San Lorenzo se llevó a cabo entre el 5 y 6 de abril de 1811. Entre aquello españoles que defendían el puerto de Carneros en 1811, estaban los hermanos Viesca y Montes, Agustín, José María y Andrés, quienes formaban parte de un grupo de parrenses que habían asistido a Saltillo a defender la causa realista.

Entre los años de 1815 y 1818, la hacienda de San Lorenzo pasó a ser propiedad de don Manuel Ybarra, personaje procedente del Saltillo, en done era casado con doña Isabel Goribar Arrieta, de cuyo matrimonio nacieron Candelaria, Luisa, Justina, Manuel, Pablo y Juana. Dicha familia pronto se trasladó a San Lorenzo, propiedad, que don Manuel compró a los descendientes del señor Lazaga. Allí fue el hogar de los Ybarra Goribar cuando los hijos gozaban de su plena niñez.

En el año de 1819, se levantó un censo económico y de población, que incluyó Parras, El Rosario, San Lorenzo, Patos, El Álamo (Viesca), en los datos que correspondieron a San Lorenzo aparece la firma de don Manuel Ybarra como responsable de dicha hacienda. El censo fue firmado en el mes de octubre de ese año. Dicho censo mencionó lo siguiente:

El sitio contaba con una capilla, diez ranchos de labor y una estancia. Había un total de 1161 individuos, de los cuales 575 eran hombres y 586 mujeres. En cuestión de clase racial, había 4 europeos ultramarinos (4h), 21 españoles criollos (9h-12m), indios, castizos y mestizos 965 (477h-488m), con ascendencia africana 173 (85h-88m). Había en la hacienda, 1 carpintero, 1 herrero, 1 zapatero, 1 obrajero y 5 arrieros. Los demás varones eran jornaleros. Por lo que toca al ganado existente entre los arrendatarios y sirvientes, se contaron 45 cabezas de ganado vacuno, 15 ovejas, 421 cabras, 28 caballos; y el ganado propiedad de la hacienda fueron 315 cabezas de ganado vacuno, 645 ovejas, 130 caballos y 35 mulas de recua; además de 15 caballos dedicados a actos de guerra.

Don Manuel Ybarra, como empresario y persona con reconocido poder económico regional, realizó grandes obras en la hacienda, mejoró los sistemas de cultivo allí existentes desde tiempo inmemorial, construyó lo que sería su hogar y que más tarde se le conocería como la Casa Grande, mejoró las técnicas para la elaboración de los vinos y aguardientes que se producían y se hizo de modernos molinos para la elaboración de harina de trigo. Maquinaria que trajo de los Estados Unidos. Mientras que para ese país se fueron algunos de sus hijos a estudiar a Bordstown, KY.

A finales de la década de los veinte, murió don Manuel Ybarra, y su viuda doña Isabel contrajo nuevas nupcias el 19 de febrero de 1831, ahora con don Fernando de la Fuente Dies, español, originario del Astillero, de los Reinos de Castilla, Provinicia de Santander. Mientras tanto los hijos del matrimonio Ybarra Goribar, fueron, casados en Parras: Candelaria con Remigio Rojo el 24 de julio de 1834, Luisa con Leonardo Zuloaga Olivares el 3 de octubre de 1834; y en la ciudad de México se casaron: Manuel con María Josefa Valdez Carrera, el 7 de octubre de 1839; Pablo con su prima Roberta Goribar Márquez, el 7 de mayo de 1838; y Juana con José María Aguayo Toral, el 28 de mayo de 1842.

A la muerte de don Manuel, se encargaron del manejo de la hacienda, doña Isabel y su segundo esposo, a quienes auxiliaron pocos años después su hijo Manuel y años más tarde Pablo. Luisa se fue a vivir con su esposo Leonardo Zuloaga, a Parras, en el domicilio ubicado en el cruce de las antiguas calles de Guanajuato (Madero) y Del Comercio (Reforma), y en 1841 a la hacienda de los Hornos, propiedad que Zuloaga adquirió en ese año; mientras que Candelaria y Juana radicaron en Parras, con sus respectivos esposos y familias.

En pleno conflicto armado, por la invasión a nuestro país del ejército norteamericano, y como consecuencia de la misma, el viernes 3 de diciembre de 1846, el ejército de John E. Wool, llegó temprano a Ciénega Grande (Ciénega del Carmen) procedente de Monclova, allí acampó, y al día siguiente 4 de diciembre, reanudó su marcha hasta la hacienda de San Lorenzo, después de haber recorrido un aproximado de 18 millas (28.96kms). De acuerdo al testimonio de los norteamericanos el lugar era pródigo en agua y buenos pastos. Estaba situada a la orilla de un arroyo y contaba con un hermoso manantial, rodeada de alamedas y agradables tierras hacia donde se había repartido el agua y tenía largas avenidas de árboles hacia diferentes direcciones. A los ojos de los militares visitantes les pareció una magnífica y señorial estancia como no la habían visto hasta entonces en el transcurso de su recorrido.

Sobre el particular, los norteamericanos agregaron que era un lugar (la Casa Grande) de aproximadamente 500 por 300 pies (152 por 91 mts.), ocupaba más de un hectárea de terreno, en cuyo centro se localizaba un edificio en forma de cruz, dentro de dos grandes patios. El exterior del mismo era impactante con una superficie blanca y estaba resguardada por torreones colocados en cada uno de sus ángulos de la edificación; las torres tenían en sus lados troneras para la defensa del lugar. En conjunto parecía ser todo un castillo. Su interior estaba arreglado y decorado en forma suntuosa y concordaba con lo sobrio de su exterior. Los pisos de las habitaciones eran de material traído de otro lugar, perfectamente pulidos y coloreados y las paredes estaban pintadas de colores claros. Se entendía que los Ybarra vivían con lujos y comodidad.

En ese tiempo la población de la hacienda se calculó en aproximadamente 800 individuos, de los cuales la mayoría eran peones. Entre las pláticas que los Ybarra tenían con los norteamericanos, los miembros de dicha familia, recordaban vivamente su etapa de juventud en la Unión Americana, cuando fueron a estudiar allá. El jefe de los ingenieros topógrafos de Wool, George W. Hughes confiesa en sus memorias que en lo personal nunca había visto una hacienda nada parecida en cuanto a organización y eficiencia agrícola como lo era la de San Lorenzo; y sobre todo por los lujos interiores y exteriores de la casa grande.

Sin embargo, constataron los norteamericanos que gran parte de aquella inmensa propiedad, no era afecta al cultivo y solo servía como agostadero para el ganado. La tierra cultivable se dedicaba a la siembra de maíz, trigo, algodón y frutas en especial a la de la vid, con cuya cosecha se producían buenos y aceptables vinos y aguardientes. Sus viñas eran consideradas como de las más famosas de México. Los vinos que allí se fabricaban eran de tres tipos, el carlone, un tipo de vino muy delicado y sabroso; el blanco, una especie del llamado de Málaga Madeira y el dulce que era una especie de moscatel; todos ellos de pura uva y su sabor y aroma mejoraba con su añejamiento; el jugo utilizado, era extraído por la acción de las pisadas de hombres cubiertos, solo con un calzón, dentro de una especie de pila, adecuada para ello.

Al ser el coñac, licor puro y el resultado del proceso de la destilación, opinaron los americanos, que si en la hacienda se contase con el conocimiento pleno para poder separar en el proceso de fabricación, los principales componentes podrían competir claramente con los mejores coñacs franceses. Para Hughes, el tipo de terreno en el que se situaba la hacienda, y el clima existente en la región, hacían que fuesen muy apropiados para la producción de maíz, aceitunas y uvas. Por otra parte, los Ibarra les informaron que con anterioridad, habían intentado sustituir los rudimentarios implementos agrícolas por otros más modernos, pero los peones se habían resistido obstinadamente a ello y seguían utilizando los de siempre, que consistía principalmente en un arado hecho de madera curva con una punta de metal (reja), que simplemente arañaba la superficie de tierra, dependiendo de la fuerza del operario para penetrar la tierra y era jalado principalmente por bueyes. Seguimos…

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Fuentes:

-Agustin Churruca P. S.J. Historia Antigua de Parras. Imprenta el Popular. Parras. 1989.

-APENDIX A. Report of Capitain Hughes of Wool's March Into Mexico.

-Bayles Francis. Narrative of Major General Wool's. Campaign in Mexico. The years 1846, 1847, & 1848. Albany. Little & Company, 53 State Street. 1851.

-Canales Santos Alvaro. Fray Gregorio de la Concepción. Saltillo. Editora el Dos. 2008.

-Contreras Palacios Gildardo. Parras 400. Noticias de su Fundación y otras cuestiones Históricas. Enorme. 1999. / Leonardo Zuloaga, Fundador del Torreón. Colección Centenario. Sistemas Gráficos. 2003.

Escrito en: SIGLOS DE HISTORIA hacienda, Manuel, eran, Ybarra

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