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Sacks: enfermos, no enfermedad

ARNOLDO KRAUS

Los buenos maestros suelen repetir, "hay enfermos, no enfermedades". El enfermo suma persona y circunstancias. La enfermedad es un hecho inédito en la vida del individuo. Tratar al afectado como un ser único es el reto. Tratar igual las patologías en todos es erróneo. Los médicos tienen la obligación de conocer las dichas y desdichas del paciente y medicarlo, o no, de acuerdo a su geografía e historia.

Eso hacía el doctor Oliver Sacks con sus enfermos y eso hizo Sacks con él mismo cuando el melanoma se apersonó en su vida y le anunció su propia muerte. Hace una semana, tras la muerte del médico y escritor, publiqué, en este espacio, una pequeña elegía. Sacks estimula. Su figura es como la gleba: "Terrón que se levanta con el arado".

Sacks escrutó la vida y la muerte. Observó primero, escribió después. Su materia eran los enfermos. Su inspiración, humana, médica y literaria fueron los desarreglos cerebrales que provocan las enfermedades. Cuando él fue la víctima no huyó. Actuó con gallardía. En un memorable artículo, a la postre, su carta de despedida, publicado en "The New York Times", en febrero 2015, visita su muerte e inicia su adiós. No es fácil decir adiós. Se requieren agallas, se requiere pensarse y repensarse. En ocasiones, el valor de una vida bien vivida, y el miedo a la indignidad, atemperan el final.

De mi propia vida se intitula su adiós. Comparto las bellas palabras con las que termina: "No puedo fingir que no tengo miedo. Pero el sentimiento que predomina en mí es la gratitud. He amado y he sido amado; mucho he recibido y he dado algo a cambio; he leído, y viajado, y pensado, y escrito. He tenido relación con el mundo, la especial relación de los escritores con sus lectores. Y, sobre todo, he sido un ser sensible, un animal pensante en este hermoso planeta, y eso, por sí solo, ha sido un enorme privilegio y una enorme aventura". Y en el caso de Sacks, su especial relación con los enfermos y con él mismo: "Cuando hayamos desparecido", escribe, "no habrá nadie como nosotros, pero, por supuesto, nunca hay nadie igual a otros. Cuando una persona muere es imposible reemplazarla. Deja un agujero que no se puede llenar, porque el destino de cada ser humano -el destino genético y neuronal- es ser un individuo único, trazar su propio camino, vivir su propia vida, morir su propia muerte".

Sacks vivió su propia muerte. Sus enfermos, las palabras compartidas, los decesos y los adioses de algunos suavizaron su final. Asimismo, sus vivencias, desde pequeño, contribuyeron a facilitar el último periplo. Como narra en "On the Move. A life" (En movimiento. Una vida), libro autobiográfico publicado en 2015, desde pequeño aprendió a afrontar las pérdidas de personas cercanas. Cuando cumplió seis años, durante la II Guerra Mundial, fue enviado, junto con su hermano, a un internado donde fueron maltratados. Suplió la ausencia familiar gracias a los números "se hicieron mis amigos", explica. Después de cuatro años regresan a Londres, donde su hermano enloquece. En medio de la zozobra familiar y nacional por los destrozos de la guerra, descubre los elementos y la tabla periódica. En El tío "Tungsteno", memorable evocación de su infancia, escribe, "Muchos de mi recuerdos infantiles son de metales: desde el principio, parecieron ejercer un poder sobre mí. Sobresalían, visibles, entre la heterogeneidad del mundo, porque brillaban, relucían, por ser plateados, por su tersura y peso. Al tacto parecían fríos, y resonaban cuando los golpeaban". Le fascinaba el mundo de la física: "Las épocas de tensión a lo largo de mi vida me han llevado a volverme, o a volver, a las ciencias físicas, un mundo en el que no hay vida, pero tampoco muerte".

Su voracidad hacia la vida, por todo, por todos, fue infinita. Sacks vivió la máxima de Publio Terencio Africano, "Hombre soy; nada humano me es ajeno".

Notas insomnes. Admiro a Sacks. En su autobiografía concluye: "En mi vida, he escrito millones de palabras, pero el acto de escribir parece tan fresco y placentero, como cuando empecé hace setenta años".

Escrito en: ARNOLDO KRAUS vida, propia, vida,, Sacks

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