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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

Llegan al huerto los vareadores con sus altas pértigas, y los nogales los reciben como a amigos. Y es que los golpes de las varas los ayudarán a dar su fruto, y tal es su misión: dar fruto. No protestan por esos golpes, ni se quejan. Silba la pértiga y los árboles responden con su dádiva de nueces.

A veces a los hombres nos golpea la vara de Dios. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Las preguntas de Job siguen sin respuesta. Aquí un varazo: muerte. Otro varazo allá: enfermedad. Varazos de sufrimiento, de quebrantos de vida, de pesar.

Yo, que no he merecido el don del sufrimiento, me pregunto cómo responderé cuando Dios me golpee con su vara. ¿Seré rebelde airado o inclinaré con mansedumbre la cabeza? Quiero tener la sabiduría del árbol, y ante los golpes dar mi fruto con la humildad perfecta del nogal.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador golpes, sufrimiento,, vida,, Dios

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