Editoriales

De Política y Cosas Peores

CATÓN

El famoso karateca Shin-Gon contrajo matrimonio. La noche de las bodas hizo que su flamante mujercita se reclinara, nuda, en el tálamo nupcial con actitud voluptuosa de Cleopatra, y luego se abalanzó sobre ella al tiempo que profería el estentóreo grito de quienes practican el deporte del karate: "¡¡¡Yaaaaa!!!". No habían pasado ni siquiera diez segundos cuando Shin-Gon volvió a decir, ahora con expresión desconsolada: "Ya". (Nota: en japonés la expresión "eyaculación prematura" se dice "¿Kómo-keyá?"). El libro de Biología le dijo al de Español: "¿Supiste que el libro de Matemáticas se suicidó?". Preguntó el primero: "¿Por qué haría eso?". Respondió el otro: "Tenía muchos problemas". Alguien le repitió a Babalucas la manida frase: "El perro es el mejor amigo del hombre". "No es cierto -opuso, terminante, el badulaque-. El mejor amigo del hombre es el cocodrilo". "¿El cocodrilo?" -se sorprendió el otro-. ¿Por qué el cocodrilo?". Replicó Babalucas: "Leí que el cocodrilo hembra pone 10 mil huevecillos, y el macho se come 9 mil 999. Si no hiciera eso ya estaríamos hasta la madre de cocodrilos". El modo más seguro de equivocarse es hacer una profecía. Desde luego hay profecías erróneas que terminan por volverse verdaderas. "Escaseará la gasolina" -augura sin fundamento un comunicador escandaloso. Los conductores de vehículos acuden en pánico a las gasolineras y, en efecto, el combustible acaba por escasear. Para dar nombre a ese tipo de fenómenos el sociólogo norteamericano R.K. Merton acuñó la frase "self-fulfilling prophecy", profecía que se cumple a sí misma. Hoy hablaré de Colima, y eso que no tengo un colimador. ¿Qué es un colimador? Así se llama el lente que va montado sobre los telescopios para hacer más fácil su enfoque. A pesar de tal carencia me permito hacer un vaticinio: el PRI ganará finalmente la gubernatura de Colima. ¿Qué elementos tengo para hacer ese riesgoso augurio? ¡Ninguno! Si tuviera elementos no sería un profeta: sería un analista. Y prefiero mil veces que cuando yo vaya por la calle la gente diga de mí: "Ahí va un profeta", y no que que diga a secas: "Ahí va un analista". Lo de profeta viste más. La Biblia, por ejemplo, no tiene un libro dedicado a los analistas, pero sí uno para los profetas. Éstos terminan casi siempre por ser martirizados, en tanto que los analistas paran generalmente en asesores del Gobierno. En fin, profetizo que el PRI ganará finalmente la gubernatura de Colima. Y vaya que no aspiro a ser nombrado asesor. Y menos aún a ser martirizado. Aquella señora tenía problemas auditivos. Un reputado otólogo le prescribió el uso de algún aparato para la sordera. Ya en la casa le dijo su marido: "Comemos y luego vamos a comprar tu aparato". "Está bien -aceptó ella-. ¿Quieres aquí mismo en la sala o vamos a la recámara?". Repitió el hombre alzando más la voz: "Comemos -¡comemos!- y luego vamos a comprar tu aparato". (No le entendí). Viene ahora un cuento que las personas con escrúpulos de moralina deben abstenerse de leer. Lo leyó doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, y la lectura le provocó un episodio grave de obstipación -o sea constipación, estreñimiento- que su médico de cabecera tuvo que tratarle con una dosis cuádruple de canchalagua de Aragón, enérgico purgante. Quienes no quieran exponerse a semejante contratiempo deben saltarse hasta donde dice FIN. Don Prisco era un maduro solterón. En su juventud tuvo una novia, y le propuso matrimonio. La muchacha le pidió tiempo para pensar las cosas. Eso le dio tiempo a don Prisco para pensar las cosas, y finalmente no se casó. Llegado ya a la edad madura solía visitar un día por semana a una señora fácil de cuerpo y complaciente de alma, la cual señora vivía en el quinto piso de un edificio. Cierto día -aquel en que el veterano hacía su visita semanal- el elevador se descompuso, y el maduro caballero tuvo que subir penosamente por la escalera. Llamó a la puerta, y la señora abrió. Dijo don Prisco respirando con agitación: "¡Vengo con la lengua de fuera!". "Ah -comentó la mujer-. Ya listo ¿no?". (Tampoco le entendí). FIN.

Escrito en: De Política y Cosas Peores señora, luego, hacer, vamos

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas