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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

John Dee fue el más luminoso espíritu de su época. Filósofo, teólogo, alquimista, una de sus mayores aficiones era la música -"esa rama de las matemáticas", solía decir-, arte al cual dedicó muchos afanes lo mismo como intérprete consumado del laúd que como inspirado autor de danzas cortesanas. En cierta ocasión compuso una pavana. Elizabeth de Branville, dama de la reina, la bailó con tal gracia que Dee se prendó de ella. La requirió de amores, pero la joven lo rechazó: tenía 17 años de edad, y el maestro pasaba de 50.

Entonces John Dee escribió su famosa Danza de la Muerte. Las pocas veces que aún se toca causa espanto a aquellos que la escuchan. En sus notas parecen resonar los ululatos de los condenados al infierno.

Después de esa obra John Dee no compuso ya ninguna otra. En adelante se concentró en las matemáticas -"Esa música sin notas", solía decir-. Poco antes de su muerte, ya en el lecho de agonía, pidió que le tocaran aquella pavana, la de Elizabeth. Cuando se fue del mundo tenía una suave sonrisa en los labios.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador John, solía, tenía, compuso

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