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A la gracia primitiva de las aldeanas

LETRAS DURANGUEÑAS

Hambre y sed padezco: Siempre me he negado

a satisfacerlas en los turbadores

gozos de ciudades ?flores de pecado?.

Esta hambre de amores y esta sed de ensueño

que se satisfagan en el ignorado

grupo de muchachas de un lugar pequeño.

Vasos de devoción, arcas piadosas

en que el amor jamás se contamina;

jarras cuyas paredes olorosas

dan al agua frescura campesina...

Todo eso sois muchachas cortijeras

amigas del buen sol que os engalana,

que adivináis las cosas venideras

cual hacerlo pudiese una gitana.

Amo vuestros hechizos provincianos,

muchachas de los pueblos y mi vida

gusta beber del agua contenida

en el hueco que forman vuestras manos.

Pláceme en los convites campesinos,

cuando la sombra juega en los manteles,

veros dar la locura de los vinos,

pan de alegría y ramos de claveles.

En el encanto de la humilde calle

sois a un tiempo, asomadas a la reja,

el son de esquilas, la alternada queja

de las palomas, y el olor del valle.

Buenas mozas: no abrigo más empeños

que oír vuestras canciones vespertinas,

llegando a confundirme en las esquinas

entre el grupo de novios lugareños.

Mi hambre de amores y mi sed de ensueño

que se satisfagan en el ignorado

grupo de doncellas de un lugar pequeño.

Ramón López Velarde

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS vuestras, hambre, lugar, muchachas

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