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12 por ciento

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

12 de cada 100 mexicanos apruebas la gestión de Enrique Peña Nieto según la encuesta de Reforma. Se encuentra 38 puntos porcentuales por debajo de su nivel más alto. Tras agosto de 2014 la caída ha sido en picada. Si su tarea hubiera sido ser rechazado, estaríamos delante de alguien muy exitoso.

La pregunta gira en torno a lo que ese nivel de aprobación de la gestión de Peña significa para México, un país históricamente presidencialista. Es necesario reconocer que muchos de los problemas actuales, incluyendo el pobre nivel de crecimiento de la economía del país, se alimentan de la desconfianza y el nerviosismo que genera una institución presidencial majeada por alguien que se muestra tan torpe en el cumplimiento de sus responsabilidades.

Sería falso afirmar que Peña lo ha hecho todo mal. Algunas de sus medidas que tendieron a restar poder a los gobernadores, que habían hecho del país una bacanal, fueron en verdad acertadas y sin duda veremos sus beneficios incluso en el corto plazo. Sin embargo, en otras muchas decisiones se ha equivocado y en otras más, simplemente ha tenido mala suerte.

Además, su pobre desempeño ante los micrófonos no hace sino reforzar la imagen de que se trata de alguien con pocas capacidades intelectuales y con pobre dominio sobre la situación; alguien que, como señaló en su momento el semanario inglés The Economist, simplemente "no entiende que no entiende".

Hay que reconocer, además, que el escenario en que le tocó desenvolverse ha sido demasiado complicado y que, su equipo de trabajo, le ha sido de muy poca ayuda. Pero, su mayor problema lo constituye su nefasta frivolidad y su proclividad para quedar envuelto en escándalos de corrupción. ¡Y todavía le quedan dos largos años!

La semana pasada hablaba del diseño del Estado mexicano y lo comparaba con una mesa de tres patas. Explicaba que mi hipótesis era que una de esas patas, la presidencial, se había hipertrofiado y que, además, se encontraba infestada de las termitas de la corrupción, contagiando a las otras dos. Pues bien, hoy nos encontramos con una situación en la que, la inmensa mayoría de quienes estamos "encima de la mesa" alcanzamos a ver que la pata que había jugado el papel central apenas se sostiene.

Con la economía familiar deteriorándose, la violencia que salta de un lugar a otro en el territorio nacional y la actitud voraz de quienes tienen el poder, desde "arriba de la mesa" se siente mucha incertidumbre.

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