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Somos el espejo de los hijos

PADRES E HIJOS

Somos el espejo de los hijos

Somos el espejo de los hijos

IGNACIO ESPINOZA GODOY

Aunque a muchas madres y padres de familia no les agrada que se les refiera que sus hijos son un reflejo de la educación, los hábitos y las costumbres que les han inculcado en las diferentes etapas de la vida, lo cierto es que se trata de una realidad difícil de aceptar, sobre todo, cuando los pequeños (y los ya no tanto) se caracterizan por rasgos poco positivos y que hablan de lo que han aprendido y asimilado en el hogar, la principal fuente de conocimientos de todo tipo, desde los que se pueden presumir, hasta los que habría que ocultar.

Cuando hemos tenido la oportunidad de asistir a cursos y talleres sobre Escuela para Padres, los asistentes somos interrogados sobre lo que hemos aportado a la vida de nuestros hijos, una pregunta nada sencillo de contestar a botepronto; sin embargo, una vez analizada con calma y detenimiento, podríamos responder que lo más importante que les hemos dado no son los satisfactores materiales, como la ropa o sus dispositivos móviles (teléfono, tableta, laptop, etcétera), sino que nuestra contribución más relevante es una serie de valores que les permitirán afrontar las adversidades y los momentos difíciles que seguramente les tocará vivir.

Y es que luego en esta clase de reuniones no falta aquel padre o aquella madre de familia que, con orgullo, presume que le ha dado todo a su hijo o hija, de tal manera que no padezca las carencias que ellos, como progenitores, tuvieron que afrontar, lo cual a simple vista hasta se podría aplaudir; no obstante, analizando esta actitud, nos podríamos dar cuenta de que, si bien a los vástagos hay que ofrecerles los medios para satisfacer sus necesidades, no podemos ni debemos tampoco caer en el extremo de darles con exceso todo lo que nos pidan, aunque no lo requieran, tan sólo porque se les antojó porque lo vieron en algún anuncio o porque se lo vieron a un compañero o compañera de la escuela.

A pesar de que suene a comercial, la frase "Todo con medida, nada con exceso" encierra una gran verdad que se debería aplicar con mayor frecuencia en nuestra sociedad, en todos los ámbitos, ya que, por ejemplo, si a los hijos sólo les proporcionáramos los satisfactores indispensables, no habría necesidad de hacerles regalos sólo por complacerles sus gustos, sus caprichos, sus antojos, sólo por compensar en ocasiones la falta de atención con tiempo de calidad que no les podemos dedicar debido a que el trabajo no siempre nos permite estar con ellos el tiempo que requieren para que les ayudemos en aspectos como la tarea, o simplemente para convivir con ellos para conocerlos mejor.

Ciertamente, es complicado disponer del tiempo que quisiéramos para compartirlo con los hijos, pero obsequiándoles artículos costosos no es la mejor manera de compensar nuestra ausencia en el hogar, por lo que debemos buscar otras estrategias para pasar más tiempo a su lado, para conocer sus inquietudes, sus preocupaciones, sus gustos, sus sueños y anhelos, en fin, todo aquello que les ocurre en su mundo.

Y aunque ya me desvié un poco del tema, lo importante es que los padres de familia (ambos, mamá y papá) seamos congruentes con lo que decimos, pues si pregonamos que no debemos decir mentiras, no los obliguemos a ser cómplices cuando les pidamos que contesten el teléfono y digan a quien llama que en ese momento no estamos, pues les estaríamos enseñando todo lo contrario, es decir, a faltar a la verdad.

Lo mismo, por ejemplo, cuando se trata de mantener ordenada la recámara, pues si les pedimos que limpien su espacio y observan que el nuestro luce sucio y desordenado, no tendríamos autoridad moral si no ponemos el buen ejemplo, lo mismo cuando les demandamos que colaboren en los distintos quehaceres del hogar, ya que si observan que su madre es quien siempre se encarga de todas las tareas y su padre no participa, la verdad, no tiene sentido que se les exija a los vástagos que también realicen todo tipo de actividades domésticas en las que su progenitor no está dispuesto a ayudar, lo que hablaría de un mal ejemplo.

Los especialistas en conducta afirman que los padres de familia no podemos cambiar radicalmente los hábitos que ya tenemos muy arraigados desde la infancia, por lo que debemos analizar este aspecto de manera profunda, realizar una autocrítica y pensar cómo queremos que se desarrollen los hijos mientras vivan con nosotros en el hogar, ya que de ello dependerá cómo crezcan.

Con ello quiero referirme específicamente a los valores, que son las bases que como seres humanos nos ayudan a relacionarnos mejor con quienes nos rodean, ya que son los rasgos que no distinguen de los demás.

Es claro que los hijos son un reflejo de nosotros los padres, que son el espejo donde nuestros pequeños y grandes se observan todos los días, y ellos deciden si lo que ven en nuestra vida es digno de ser imitado, lo que analizan y llevan a la práctica todos los días. Así que habría que pensar en todo lo que hacemos y decimos, para saber si es conveniente que lo reproduzcan nuestros vástagos.

Escrito en: Padres e hijos hijos, debemos, hogar,, familia

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