Editoriales

Contra la pobreza

Sergio Sarmiento

“Dicen que hay en el mundo demasiadas bocas

que alimentar; olvidan que por cada boca

hay dos brazos”.

Joao de Castro

Hoy dará comienzo la reunión del Grupo de los Ocho (G8) en Gleneagles, Escocia. Se reunirán ahí, como lo hacen todos los años, los presidentes y primeros ministros de los siete países más ricos del mundo (el G7) además del Presidente de Rusia. En esta ocasión serán invitados también los mandatarios de México, la India y Sudáfrica.

Uno de los temas más importantes que se tratarán es el combate a la pobreza, especialmente en África. Grupos de manifestantes han hecho ya violentas marchas -como si hubiera que ser violento para ello- con el fin de presionar a estos gobernantes a tomar acciones contra la pobreza. La presión popular se ha expresado también a través de los conciertos conocidos como Live 8 en que han participado algunos de los roqueros más importantes del mundo y en los que éstos han pedido la condonación de la deuda de los países pobres.

Los propios gobernantes de los países ricos se dan cuenta de que, políticamente, no pueden mostrarse indiferentes ante la pobreza, por lo cual ya hay un acuerdo previo para firmar en la cumbre la condonación de deudas de los países más pobres y más endeudados del mundo. Se darán a conocer también nuevos programas de ayuda a esos países.

Espero que con esto --y con las generosas comidas y fiestas que se están dando a sí mismos los mandatarios, los roqueros e incluso los manifestantes-- queden tranquilas sus conciencias. Pero la verdad es que ni la condonación de la deuda ni la aprobación de nuevos programas de ayuda exterior ayudarán a los pobres del mundo.

Desde hace décadas los países de África han sido los mayores receptores de ayuda externa. En parte esta generosidad de las naciones ricas ha sido producto de una conciencia culpable, consecuencia del colonialismo europeo en el continente. Pero esa ayuda no ha tenido resultados positivos. África, de hecho, es hoy mucho más pobre de lo que era en la década de 1960, cuando la mayoría de sus países alcanzaron la independencia y empezaron a recibir ayuda extranjera.

Ninguno de los países que han podido vencer la pobreza lo han hecho a través de la ayuda exterior. Singapur y Corea del sur eran en las décadas de1940 y 1950 tan pobres como las naciones africanas. Hoy Singapur es uno de los países más prósperos del mundo y Corea del sur está en camino de serlo. España e Irlanda no empezaron tan pobres como Singapur o Corea del sur, ni por supuesto como los países africanos, pero tenían en los años cincuenta un ingreso promedio ligeramente inferior al mexicano. Hoy su nivel de vida es tres o cuatro veces superior al nuestro.

Mucho se dice que estos países se hicieron ricos gracias a la ayuda de la Comunidad Económica Europea, pero ésta nunca fue más que una fracción de la inversión total que se realizaba en ellos. Grecia, por otra parte, recibió más ayuda que España e Irlanda, pero su desarrollo ha sido muy inferior al de estos dos.

Hoy en día es China el país que con mayor rapidez esta emergiendo de la pobreza. No recibe ayuda del exterior, pero su desarrollo es mucho más rápido que el de muchos países de África que llegan a obtener hasta el 25 por ciento de su producto bruto en ayuda externa.

Si atendemos las lecciones de la historia entenderemos que la ayuda exterior no es la clave para que un país escape de la pobreza. Por el contrario, algunos análisis económicos sugieren que la ayuda externa puede inhibir la inversión y la creación de riqueza. Condonar las deudas de los países más pobres de África bien puede eliminar las presiones financieras que enfrentan los gobiernos, pero no construirá los cimientos para un país más próspero.

Si los dirigentes que hoy se reúnen en Gleneagles, y los roqueros y manifestantes que han buscado su momento de fama alrededor de ellos, realmente quisieran combatir la pobreza, impulsarían medidas similares a las que en su momento aplicaron Singapur, Corea del sur, Irlanda o España o a las que hoy está promoviendo China. Pero esto no es políticamente correcto y por lo tanto no es aceptable.

Mejor anunciar con bombo y platillo programas de caridad para quedar bien ante las cámaras de televisión que promover la educación, la apertura comercial, la inversión, la competencia, la construcción de infraestructura y la eliminación de trámites para generar riqueza. Después de todo, ni los gobernantes, ni los roqueros ni los manifestantes se interesan realmente en acabar con la pobreza.

INCENTIVO PERVERSO

El G8 condonará los créditos de los países pobres más endeudados. Los países pobres que han manejado bien sus finanzas no tendrán este privilegio. De esta manera se crea un incentivo perverso: es mejor endeudarse irresponsablemente, porque ya te rescatarán los ricos, que manejar sensatamente tus finanzas.

Escrito en: países, ayuda, pobres, Corea

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