De lo perdido, lo recuperado
El presidente municipal tomó ayer una de las decisiones más plausibles en lo que va de su administración: castigó la conducta dudosa de un par de servidores públicos, cuyo nombranientos habían sido advertido como errores por no pocas personas.
Pero para comprender lo que pasó ayer, hace falta mirar al pasado.
Francisco Bueno Ayup, hasta el mediodía de este lunes director municipal de Finanzas, no llegó al gabinete municipal por méritos obtenidos precisamente en la capital. Fue, en términos simples, un riesgo que el alcalde decidió correr, tras el descobijo que el sonorense sufrió en el estado.
El 25 de mayo de 2016, en la víspera de la elección del 5 de junio posterior, Bueno Ayup fue detenido en Gómez Palacio por presunto incumplimiento de obligaciones familiares, un delito perseguido por el código penal de Sonora. Tanto él, como figuras cupulares panistas, sostuvieron que la detención tuvo tintes políticos.
Sin embargo, tal incidente abrió una especie de caja de Pandora, de la que escaparon diversos incidentes relacionados con su pasado: irregularidades en su ejercicio como Jefe de Alcoholes como Guillermo Padrés, en Sonora; una detención en Querétaro, donde portaba (junto a una persona más) un medicamento controlado utilizable como estupefaciente; y hasta antecedentes por violencia familiar.
Eso lo convirtió en un foco rojo para el equipo de Aispuro Torres, que una vez triunfador, optó por excluirlo.
Entonces decidió arroparlo José Ramón Enríquez, incluso protegiéndolo cuando -desde el Congreso del Estado- se cuestionó válidamente su nombramiento, que según los legisladores priistas, no cubría los requisitos legales.
Pero ese no fue el único escándalo: más delante, se enfrentó públicamente en Twitter al diputado Enrique Benítez, que desencadenó en una demanda por daño moral de este último; Bueno Ayup se atrevió, incluso, a amenazar al exgobernador del estado, su hermano y su primo, a quienes textualmente, les advirtió "(...) Saben que voy por ellos! Deben estar en la cárce! Ese es su lugar" (sic).
EL EXTESORERO SOBREVIVIÓ.
Más delante, se vinieron un escándalo con constructores, que incluso lo acusaron de amenazas de muerte; y hasta un caso de presunto trato misógino contra una compañera reportera. También eso le soportó Enríquez.
Pero lo del domingo fue el acabose. Ni el alcalde, ni su esposa (fue aparentemente una decisión acordada) decidieron soportarle más.
Tras un accidente de tránsito ocurrido en la madrugada del domingo, del cual se desligó (a un servidor le afirmó no haber participado), el propio alcalde confirmó el lunes su presencia como conductor de una camioneta volcada a exceso de velocidad en Dolores del Río y 5 de Febrero, y usó ese como motivo para separarlo.
Enseguida, Bueno Ayup finalmente reconoció haber sido el conductor, exculpando a Alejandro Castro, quien tan libre de responsabilidad no está, pues (aparentemente) se habría "echado la culpa" para protegerlo, algo para nada digno, y que aumenta la duda de las condiciones en que el ahora exdirector de finanzas conducía. Dijo, por cierto, que había salido de madrugada a Torreón para ser parte de la jornada electoral.
Aun así, el parte oficial de la Dirección de Seguridad Pública explicó, en un inicio, que el conductor había huido del sitio. Después, la dependencia se desdijo, afirmando que lo correcto era señalar la ausencia del conductor, sin calificar como se hizo.
Total que en medio de un engrudo hecho bolas, el alcalde tomó una de las decisiones más sobresalientes de su trienio. Y en adelante, solidifica la vara conductural para el resto de los funcionarios: si cayó el inamovible, puede caer cualquier otro. De lo perdido con el nombramiento, Enríquez recupera algo: credibilidad entre el ciudadano, que bien puede tomar esta como una muestra de carácter y compromiso para con ellos, antes que para su equipo.
Twitter: @luizork