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Rafa Márquez y el combate al narcotráfico

JESÚS CANTÚ

La guerra contra el narcotráfico, impuesta por los norteamericanos, ha resultado un rotundo fracaso: el consumo de drogas aumentó entre los adolescentes mexicanos de 12 a 17 años en casi 140% en 5 años (2011-2016), para llegar al 6.9% de la población dicha edad; elevó la tasa de homicidios dolosos en el país por cada 100 mil habitantes en 300%, en la última década, al pasar de 8.3 a más de 25, que se prevé para este 2017; y, por sí todo esto fuera poco, ha sido el principal pretexto para violar derechos humanos y socavar, todavía más, el Estado de Derecho.

En el combate al narcotráfico no existe la presunción de inocencia, sino todo lo contrario lo que prevalece es la presunción de culpabilidad. La persona que carga un envoltorio de mariguana tiene que demostrar que es para su consumo personal, pues la presunción es que es narcomenudista; y, especialmente ahora, con el escándalo desatado por el involucramiento del futbolista Rafael Márquez y el cantante Julión, es evidente que también en el ámbito financiero prevalece la presunción de culpabilidad y ahora serán los dos inculpados los responsables de demostrar que desconocían que el dinero provenía de actividades ilícitas.

La fracción I del artículo 400 Bis del Código Penal Federal es explícita en señalar que se comete el delito conocido popularmente como lavado de dinero, cuando se adquieren, enajenan, administran, custodian, poseen, cambian, convierten, depositan, retiran, dan o reciben recursos, derechos o bienes, con conocimiento de que éstos proceden o representan el producto de una actividad ilícita.

Mientras tanto, el párrafo tercero señala: "se entenderá que son producto de una actividad ilícita, los recursos, derechos o bienes de cualquier naturaleza, cuando existan indicios fundados o certeza de que provienen directa o indirectamente, o representan las ganancias derivadas de la comisión de algún delito y no pueda acreditarse su legítima procedencia."

En el caso del futbolista, que es el que más se ha ventilado en los medios, la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, le congeló todas las cuentas en instituciones de crédito a nombre suyo o de cualquiera de sus asociaciones civiles o fundaciones, por encontrar en las mismas depósitos provenientes de las cuentas del presunto narcotraficante Raúl Flores Hernández y de su hijo Raúl Flores Castro.

Flores Hernández, enfrenta cargos por tráfico de cocaína en cortes de Estados Unidos, desde marzo de este año, y fue detenido el 20 de julio pasado con fines de extradición a dicho país. Y aunque ya había sido detenido en el 2013 por presuntos delitos de delincuencia organizada y lavado de dinero, fue liberado en el 2015. En estos momentos, después de que se dieron a conocer estos hechos la semana pasada, puede presumirse que sus recursos provienen de actividades ilícitas, pero antes de eso no.

En el caso del futbolista es del conocimiento público que ha ganado lícitamente muchísimo dinero, por sus actividades deportivas, patrocinadores que utilizan su imagen y, es de suponerse que estos recursos le pueden haber producido algunos otros ingresos, tanto financieros como ganancias en compraventa de inmuebles y, eventualmente, algunos negocios exitosos. Es decir, sin aventurar algún porcentaje de los recursos totales, la presunción lógica es que una parte de los recursos que tiene en sus cuentas en instituciones de crédito proviene de sus actividades lícitas.

Si se detectaron transferencias, depósitos de cheques o dinero en efectivo que presuntamente proviene de las cuentas del hoy presunto narcotraficante podría presumirse que este recurso es de procedencia ilícita; pero porque presumir que el futbolista lo sabía, si antes del 20 de julio no había elementos para considerar que Flores Hernández y Flores Castro eran delincuentes, pues vivían y desarrollaban sus actividades en el área metropolitana de Guadalajara y Ciudad de México, con absoluta normalidad, sin ostentación, ni portación visible de armas y, al menos por lo que los medios han revelado, ni siquiera vigilancia personal.

Además, al menos, en los recursos que haya recibido en las cuentas de fundaciones y asociaciones civiles, es un hecho de que el futbolista o sus administradores tienen que saber de quién provienen todos y cada uno de los depósitos, pues es uno de los requisitos que les establecen a las donatarias autorizadas. Esto, por supuesto, no implica que sepan cuál es el origen de dichos recursos, es decir, pueden decir que se los donó Flores Hernández, Flores Castro o alguna de sus empresas, pero no de dónde o cómo los obtuvieron ellos.

Sin pretender exculpar de toda responsabilidad legal al futbolista, porque la única información que conozco es la difundida en medios de información, es un hecho que se está obviando la presunción de inocencia, tan preciada en la vigencia del Estado de Derecho, dimensión fundamental de cualquier democracia. Éste es otro de los costos que hay que pagar por aceptar la política de combate al narcotráfico impuesta por Estados Unidos.

Cada día es más evidente la hipocresía del gobierno norteamericano, que discursivamente pretende erigirse como un defensor de los derechos humanos en el mundo, pero en los hechos es uno de los principales violadores de los mismos.

Ellos han impuesto su política de combate al narcotráfico al mundo y, particularmente, a los países latinoamericano y cada día son más las evidencias del rotundo fracaso de la misma, pues no sólo resulta ineficaz para combatir las adicciones y abatir la inseguridad, sino que promueve la violación de los derechos humanos.

Escrito en: presunción, Flores, recursos, cuentas

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