Editoriales

Sin claudicaciones

Germán Froto y Madariaga

Dejé de lado, por un tiempo, los temas sencillos, comunes. Esos que no solemos abordar con la frecuencia que quisiéramos, porque el torbellino de los acontecimientos locales y nacionales nos obligan a elaborar comentarios respecto de ellos.

Pero entre el frío que llegó de repente en forma severa, el hartazgo de los acontecimientos violentos de los que cotidianamente dan cuenta en forma profusa los medios masivos de comunicación y un cierto ambiente de desesperanza, he considerado oportuno retomarlos.

Estoy consciente de que muchos lectores de esta página editorial quisieran leer sesudos análisis del acontecer político o social. Lamento por esta vez no complacerlos.

Hay en el ambiente, como sostengo, un notable aire de desesperanza; fruto quizá de una ilusión que ha muerto.

¿Pero cómo vivir sin ilusiones? ¿Sin correr el riesgo de verlas morir?

Tenemos que admitir y sin remedio, que la ilusión se crea en nuestro interior. Somos nosotros los que la sembramos. Nosotros somos los que la alentamos. A ella nos aferramos y luego nos llamamos a engañados, nos sentimos desilusionados.

Leí por ahí que: "Cuando una ilusión muere, sigues teniendo el alma para abrigar nuevas ilusiones y por más que te golpee la vida no claudiques".

A veces nos llamamos a engañados, porque hicimos depender nuestro futuro de una ilusión. Pero nadie se engaña a sí mismo, aunque es muy común que uno se ilusione.

No obstante ello, según lo dicho, cómo vivir sin abrigar sueños e ilusiones.

La esperanza de un futuro mejor mueve pueblos enteros. Los conduce a luchar con denuedo y miles son capaces de arriesgar la vida en aras de concretar una esperanza.

"¿Qué otra cosa es la esperanza sino el modo interior de creer en un futuro mejor?".

Ilusiones y esperanzas se mezclan como un todo y si no se concretan no nos debe lastimar en mayor grado. Ya vendrán otras que nos hagan vibrar, luchar y trabajar para conseguirlas.

¿Acaso no es más simple y fácil esto que entregarnos en brazos de la derrota y la desesperanza?

La vida es lucha. Es afán cotidiano. Pero sin olvidar que cada día tiene su afán.

Es un paso a la vez. Gradual pero firme. Mirando siempre hacia la meta que nos hayamos fijado. Conscientes de que hay procesos que no se concretan en un solo acto, sino que los conforman diversas fases y hay ocasiones en que no sabes a ciencia cierta de cuántas fases se compone ese proceso.

La perseverancia es, por eso, una virtud.

Para el espíritu humano, es vital mantener viva la esperanza, así como la fe en que en algún momento vamos a realizar nuestros sueños.

Escuché que alguna vez le preguntaron al Buda, que qué era preferible quitarle al pueblo: la comida o la esperanza. "¡La comida¡", respondió aquél. Porque, imbuido del espíritu patrio, un pueblo puede sobrevivir con poca comida. Pero si le quitan la esperanza lo estarán condenando a una muerte segura.

No debemos entonces darle cabida a la desesperanza. Siempre habrá una forma de seguir adelante. Siempre habrá una nueva meta por conquistar. Un sueño en pos del cual continuar nuestro camino.

Si acaso en esa búsqueda llegamos a caer, no importa, pues lo que debemos hacer, si eso sucede, es fortalecer la esperanza, ármala de nuevo y vuelve a empezar.

Escrito en: vida, ilusión, futuro, esperanza

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