En Parque México, improvisan memorial
El Parque México, antes abarrotado de civiles, brigadistas, policías federales y militares, ha vuelto a la normalidad.
Sin embargo, en un andador del parque cercano a las calles Citlaltépetl y Ozuluama, de la colonia Condesa, poco más de mil flores, mensajes y veladoras de pilas recuerdan en silencio el sismo registrado el martes pasado.
Hasta hace una semana el parque estaba lleno de brigadistas, civiles, policías federales, militares y hasta músicos que pretendían alegrar a las personas que por esos días, en su mayoría, pasaban con la cara caída.
En ese andador ya algunas personas habían dejado flores y veladoras de pilas, por lo que a unas ciudadanas se les ocurrió dar forma a la iniciativa y colocaron una mesa con pequeños papelitos blancos, plumones y lápices de colores para que cada quien dejara un mensaje de apoyo.
Luego, comenta la encargada, comenzaron a llegar más arreglos y hasta un grupo de comerciantes del Mercado de Sonora acudió al llamado llevando flores para que quien pasara las tomara y las dejara en el improvisado memorial.
La joven que ofrece apoyo en el lugar explicó que es bonito ver el apoyo hacia México por parte de otros países, porque “todo el mundo se está uniendo por una misma causa y es muy lindo”.
Cuenta que llegaron con intenciones de dejar una flor y acudir a alguna brigada para cargar escombro, pero vieron que por esos lados no había ayuda y decidieron quedarse.
Ella llegó desde temprano a limpiar el espacio, acomodar las flores y colocar bien la lona que cubre los mensajes dejados por la gente.
En la mesa descansa una buena cantidad de plumas y crayones, pequeños papeles blancos con cordones para colgarlos y, en el suelo, cubetas de pintura con flores listas para que quien pase deje un mensaje de aliento o de desahogo.
En las hojas se leían mensajes de aliento escritos con letra infantil, otros tantos con corazones y banderas de México, incluso algunos que dan cuenta de las personas que vivieron en los hoy silenciosos edificios de la Condesa.
Los pequeños papelitos, que a decir de la muchacha sumaban más de mil, tenían leyendas como: “Seguimos unidos, de pie”; “no hay palabras para describir lo que siento, pero sí puedo decir que sus muertes no han sido en vano. Ustedes han unido a México”; “Vine desde Monterrey tratando de encontrarte y me regreso con un gran dolor en el corazón”.