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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

Cuando la esposa del marino oyó decir que éste había perecido en el mar hizo construir en su casa de New Bedford una torrecilla para desde ahí ver la llegada de los barcos.

Todos los días subía a ella y se pasaba horas atisbando la curva del océano. Miraba a lo lejos un velero y su corazón latía. Luego, al ver que no era el de su hombre, le parecía que el corazón se le iba a detener.

Sólo salía de su casa para ir a la iglesia los domingos. Se molestaba grandemente si alguien se refería a ella como viuda.

-¿Por qué me dice así? -lo reprendía-. ¿Acaso sabe con seguridad que mi marido ha muerto?

Pasaron los años. Pasaron muchos años. Ella seguía subiendo a su torre, y ponía siempre en la mesa dos cubiertos. La gente decía que estaba un poco loca.

Una noche atracó en el muelle un barco ballenero. De él bajó un anciano que caminando lentamente se dirigió a la casa de la mujer. Ella lo vio venir y abrió la puerta. Le dijo él:

-Perdóname.

Le dijo ella:

-No me digas nada. Ven, vamos a cenar. La mesa está ya puesta.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador casa, corazón, ella, años.

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