Xavier Gómez (La didáctica del humor)

Cuando a principios de los años ochenta llegué junto con mi familia a radicar a Durango después de haber vivido en la capital del país durante 12 años encontré una ciudad muy tranquila, pequeña en realidad, comparada con el "monstruo" de 15 millones de habitantes de aquel entonces.

El impacto social me resultó muy fuerte y difícil de asimilar, sin embargo, al correr de los años fui adaptándome más a la tierra que vio nacer a mis padres, encontrándole gusto a esas mañanas silenciosas acompañadas por el canto de los pájaros, cosa poco común en aquel departamento de la colonia Del Valle del Distrito Federal.

Fueron muchas cosas que me sorprendieron del entorno duranguense: aquella intensa luminosidad que proporcionaba el ya tan característico cielo azul que en los crepúsculos se transforma en un verdadero espectáculo de color, la belleza de sus recursos naturales y la historia que se filtraba por algunas de sus edificaciones coloniales que habían resistido el paso del tiempo y la ambición e ignorancia de otros.

En el proceso de adaptación surgió, sin duda, un detalle muy significativo, que por obvias razones tuve que aprender: la forma de expresión típica del durangueño, los modismos, la jerga, los hábitos y las costumbres, además, algunas palabras llamaron mi atención, entre ellas: la constante terminación de "illo", la burlona de "bofo" y aquella de "boje" que se utiliza para cuando una persona se ríe de cualquier simpleza y se juzga como una bobería.

Xavier Gómez utilizaría el término de "Bojedades" para titular una recopilación de textos explicativos de la historia de Durango, su cultura, hábitos y costumbres acompañados de viñetas ilustrativas de los mismos (Cartones Durangueños, como él los llamaba), todo, producto de su autoría y que serían publicados en conocidos diarios de la localidad.

Las publicaciones tendrían tanto éxito que serían editadas en tres tomos que, posteriormente, se integrarían en un solo libro. La obra nos muestra a un ingenioso escritor y a un artista gráfico que sobresale por su versatilidad, todo impregnado de un humorismo crítico poco común.

Espíritu inquieto y conocedor de los procesos de impresión, ejerció su talento en la ilustración, el diseño gráfico y la pintura; para Galas de México realizó parte de los primeros cromos para sus conocidos almanaques y diseñó etiquetas emblemáticas de conocidos productos como el Chocolate Morelia Presidencial y la cerveza Negra Modelo.

Su pintura, poco conocida, es una revisión de diferentes géneros, marcadamente expresionista, en momentos realista, e incluso abstracta. Su agudo sentido del humor le permitió realizar también una crítica social que, acompañada de su experiencia literaria y amplia cultura ofrece una "didáctica del humor"; quien ha tenido en sus manos el libro de "Bojedades" entenderá muy bien lo que quiero decir.

Desde el momento que uno comienza a experimentarlo, resulta difícil no reconocer que ha aprendido, en pocas páginas, más sobre Durango de lo que podría imaginar, no solo por la accesibilidad de nutrida y valiosa información acompañada de un talento artístico innegable, sino también y, por encima de todo, de un gran amor por Durango.