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Viaje a la mente de un deudor

En México no existen instituciones de apoyo sicológico a quienes no solventan sus gastos; expertos destacan que es necesario promover la cultura financiera desde la niñez

Viaje a la mente de un deudor

Viaje a la mente de un deudor

EL UNIVERSAL

Ricardo L, su familia y vecinos en un condominio de la colonia Clavería, en la Ciudad de México, se estremecieron esa mañana de sábado, al despertar abruptamente por lo que muy pronto descubrieron, eran golpes de mazo en la puerta de su departamento. Los vecinos estaban alarmados, pero Ricardo comprendió que la suerte se le había terminado. Su hijo Luis intentó reaccionar, corrió a la entrada con un bate, sólo para ver que los mazazos destruyeron las cerraduras y que irrumpían varios trabajadores de la inmobiliaria que 15 años atrás le vendió la casa, seguidos por policías y un licenciado.

Lívido, el joven de 18 años comprendió también que era inútil la resistencia frente a aquel verdadero batallón que empezaba a sacar los muebles del comedor y la sala. Algunos de los trabajadores, impasibles, desconectaban el refrigerador y otros aparatos de la cocina, luego de arrancar las gavetas. En bata, Paquita, la esposa de Ricardo, cayó en una crisis nerviosa al presenciar el desfile de pertenencias hacia el pasillo del primer piso, mientras sus hijas Clara y Paula Francisca insultaban, entre sollozos, a los hombres malencarados.

Ricardo, en cambio, asumió el desalojo con resignación. Eran las siete de la mañana y durante más de dos años, tras dejar de pagar las mensualidades del departamento de 120 metros cuadrados -que efectuaba en UDIS por una reestructuración de contrato-, las áreas jurídica y de cobranza de la empresa le habían advertido que de no cubrir los intereses acumulados y llegar a un nuevo acuerdo, procederían conforme a derecho. Y el momento llegó.

Pese a que el problema se agravó gradualmente, Ricardo, de 55 años, no era ajeno a las deudas, los vencimientos y el incesante acoso de los cobradores. Estudiante de ingeniería que no se recibió y sólo trabajó por un tiempo con un grupo de diseñadores, se ganó el apodo de "El Coyote", pues aprendió a sobrevivir con chapuzas, como "gestor" y "asesor", aprovechando los cargos que Paquita desempeñó en oficinas de servicios de varias delegaciones capitalinas.

Su tren de vida clasemediero no se frenó, ni siquiera cuando las dificultades les impidieron seguir pagando la casa, pues se acostumbraron a consumir mediante el crédito formal e informal, a estirar al máximo sus numerosas tarjetas y a tapar el hoyo de una deuda con otra, hasta el punto en que, confiados en que, gracias a sus contactos, la inmobiliaria no lograría desalojarlos, apenas medio año antes adquirieron en una tienda departamental una nueva sala a plazos, que pronto dejaron de pagar.

Casi todo lo compraban a crédito y con el efectivo a su disposición salían a comer una o dos veces por mes. Entre los vecinos se comentaba como Ricardo había ordenado -y convencido con 200 pesos- al vigilante del edificio que negara que ahí vivía a cualquier extraño que preguntara por él y su familia. Oculto entre las columnas del estacionamiento, escudriñaba la calle cada mañana antes de salir a "trabajar" en su camioneta de segunda mano.

¿Cuántos años Ricardo acumuló deudas? ¿Cuáles fueron los resortes que lo llevaron a vivir por encima de sus posibilidades, a desconectar el teléfono para evitar las insistentes llamadas de los despachos de cobranzas de bancos y comercios?

RECUERDOS ENCAPSULADOS

Desde el punto de vista sicológico, explica la especialista Adelina Rosas Mercado, la tendencia a endeudarse constituye un mecanismo de defensa del individuo que puede definirse como "compulsión a la repetición", cuando existe algo en su pasado que no ha sido resuelto, como escenas del entorno familiar. "Cuando se queda grabado y la persona revive el pasado, como si el inconsciente fuera un archivo en el que se hallan encapsulados los recuerdos que, de pronto, se vuelven ejecutables y se viven otra vez las angustias de su niñez", indica la sicoterapeuta clínica del IPN.

"Es un mecanismo de defensa que representa una expiación, a su vez una forma de pagar culpas y éstas vienen formándose en el ser humano desde nacido, cuando se forma la conciencia moral. Es una manera de estar en deuda para pagar algo del pasado, que podría estar relacionado con el Edipo, que viene aproximadamente a los 2 años, después sigue la etapa fálica, en la que el individuo se enamora del padre o de la madre, viene desde ahí una culpa y se trata de estar en deuda como un mecanismo de defensa, permite que las personas tengan la sensación de que hay algo que cubrir", detalla Rosas Mercado a EL UNIVERSAL.

Añade que la compulsión a la repetición se maneja por la pulsión de muerte (Tanatos) y se da como en los alcohólicos, los drogadictos o en una chica que repite como pareja a golpeadores. Para el tratamiento, se busca descubrir "cuál es la falta, se reestructura y se libera", con lo que el síntoma cede.

En México no existe alguna institución oficial que proporcione apoyo sicológico al deudor. "Esto refleja lo mal que estamos como sociedad y las condiciones socioeconómicas. También está el bombardeo mediático", que induce al consumo, señala, así como "el factor oral en el primer año de vida, pues cuando hubo alguna carencia, se dice que la líbido queda estancada y lleva a conductas adictivas, como comer y beber en exceso o acumular cosas, al consumismo como una liberación de angustia, porque se recuerda el pasado en un fenómeno llamado transferencia".

Javier Villarreal, siquiatra y sicoanalista, advierte: "Como la gente está frustrada por el 'no tener', aprovecha operaciones de mercadología" como El Buen Fin, que empezará el jueves en los comercios de todo el país. "Aunque saben que tienen una deuda, la niegan, como el que fuma a los 15 años y cuando se le dice que tendrá enfisema a los 50 no le importa, porque es un daño lento; no lo internalizan, lo saben y siguen actuando así". La especialista descarta que se trate de consumismo compulsivo, para ella esto es una falta de cultura que genera una ilusión y, más adelante, una depresión.

Sería necesario, opina, educar a los niños para que puedan evitar el endeudamiento innecesario, ya que, en una sociedad capitalista, el comprar y el consumir equivalen a un placer. "El sistema límbico, en el centro del cerebro, cubre las emociones placenteras, por lo que es muy difícil renunciar a ellas mientras el individuo no tenga conciencia de que no hay que estimularlas", prosigue Villarreal.

Desde otro campo, Ángel González Badillo, director general de la ONG Defensa del Deudor, dice que "desafortunadamente no hay organismos que los apoyen aparte de la Condusef [Comisión Nacional para Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros] y nosotros. Se nos ponen a llorar, algunos han pensado incluso en el suicidio, les decimos que pueden llegar a un acuerdo antes que a una instancia judicial, que es una cuestión de disciplina, constancia, que no hay soluciones mágicas, pero que sí es posible salir de los problemas". Destaca que en el primer trimestre registraron un incremento de 23% en la recepción de casos, lo que, sin embargo, "no quiere decir que creciera el número de deudores en general".

"Tenemos que entender, sin que importe lo que digan las autoridades, que en la realidad cada día es más difícil hacer las compras y pagar las deudas. Eso orilla a usar el crédito y la gente desconoce por completo cómo funciona. Si hacemos un sondeo, no hay cultura financiera, nueve de cada 10 no saben cómo usar líneas de crédito, eso es importante para evitar el sobreendeudamiento", recalca.

González Badillo considera que se requieren acciones preventivas y no correctivas, porque es un gran negocio para los bancos que la gente pague mínimos en lugar de saldar su deuda. "Hace falta la educación financiera. La gente no sabe cómo usar sus créditos, se sobre endeudan con tarjetas, con las promociones, lo ven como un ingreso adicional y, más tarde, encontramos que 99% se fue en artículos de poca duración, en fiestas o viajes; después prefieren abandonar sus casas, porque no pueden pagar, no tienen para abogados y se crea un problema mayor".

POR IMPULSO

Respecto a El Buen Fin, asevera que "es un nicho de sobreendeudamiento. Hemos realizado encuestas en centros comerciales cuando se desarrolla y la gente responde que no sabe qué va a comprar; eso es peligrosísimo, van a comprar por impulso, sin pensar más allá del plazo inmediato y a esto le sumamos que tienen gastos corrientes, que ya tienen deudas". Añade que entre febrero y abril se produce el mayor aumento de personas que recurren a Defensa del Deudor en busca de ayuda. "Son los meses más fuertes, incluso superiores al periodo posterior a vacaciones y al regreso a clases", subraya.

CÓMO SACAR JUGO AL CRÉDITO

Karla Bayly, consultora y coach certificada en finanzas, dice a EL UNIVERSAL que "endeudarte no es malo, lo que es malo es hacerlo sin un propósito definido", ya que existen créditos que pueden acercarte a tus metas, como las hipotecas o los préstamos para estudiar.

Enumera tres consejos básicos para no endeudarse: el primero, tener claridad en las metas, para evitar ser víctimas de nuestros impulsos consumistas, que llevan a comprar sin reflexionar.

El segundo, que si utilizamos tarjeta de crédito es necesario analizar si podemos hacer los pagos. "Un ejemplo es El Buen Fin; muchos pagan a meses sin intereses porque piensan que en diciembre tendrán liquidez, pero no consideran que en enero deben pagarse tenencia, predial, colegiaturas y anualidades. Acumulan deudas porque viven sin un presupuesto y claridad en el comportamiento a futuro de sus ingresos y egresos".

El tercer consejo es que se debe conocer bien el crédito y sus tasas de interés.

Bayly enfatiza que es necesario ser consciente de la responsabilidad personal sobre las tarjetas de crédito y afores que se eligen. Recomienda revisar la información y usar los comparadores de la Condusef y de la Procuraduría Federal del Consumidor. Hay que ser conscientes de nuestras emociones "para dejar de gastar por querer pertenecer, por baja autoestima o por compensar culpas". Se requiere orden, responsabilidad y disciplina en las fechas de corte y pago.

En el caso de los niños, se les debe decir, de acuerdo con su edad, por qué se pospone una compra o que gracias a que ahorraron pueden vacacionar. Sugiere darles algo que administrar o asignarles tareas en casa, así como la oportunidad de equivocarse y de gastar de más, "porque es mejor que pierda los diez pesos que le diste cuando tenía 5 años a que pierda los 10 mil de su primer sueldo cuando tenga 25".

Escrito en: Deudores BUEN FIN crédito, gente, que,, Ricardo

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