Editoriales

¿Libertad de expresión o de negocio?

Consinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

La elevada presencia de fuentes informativas en las redes sociales pone de manifiesto el problema de confundir dos libertades: la de expresión y la de hacer negocio.

No hay día en que en las redes sociales no aparezcan pautadas, es decir pagadas, notas periodísticas -reales o ficticias- artículos de opinión, reportajes o cualquier otra forma de difusión originada en algún medio de comunicación tradicional o alternativo.

Una de las principales características de la información contenida en esos mensajes -que, insisto, están allí colocados porque alguien pagó a la red social para su difusión- es que no son neutrales a causa o problemática alguna, sino que tienen una clara postura a favor o en contra. Eso significa que su papel es intentar algún tipo de alteración en la opinión pública.

Tal vez el ejemplo más burdo sea el de la información electoral. Todos los partidos -y recalco el "todos"- utilizan la táctica de insertar información que les es conveniente a través de contenidos noticiosos que son lanzados por los medios. Esto significa que los mensajes son colocados en la página de los medios en las redes sociales mismas que facturan a nombre de las propias empresas de comunicación que solicitan la inserción, aunque en realidad sean los partidos políticos los que están pagando su propaganda, obviamente con el dinero que proviene de nuestros impuestos.

Ojalá y que fueran sólo los partidos políticos los que siguen esa práctica que es al mismo tiempo corrupta y corruptora, pero no es así. Resulta que también las autoridades de los distintos órdenes de gobierno (federal, estatal y municipal) han hecho suyo el hábito. Baste ver cuántas inserciones pagadas se han hecho a raíz de la publicación del estudio de la Universidad de Texas que involucra a gobernadores y otros funcionarios con el crimen organizado. Los contenidos difundidos desde medios de comunicación son pagados para ser replicados, no desde las cuentas oficiales de los interesados, sino desde los propios medios de comunicación que es a los que Facebook o Twitter les pasan la cuenta.

La pregunta es: ¿tal difusión la realizan los medios por convicción o por negocio? Quiero suponer que algunos de los periodistas y de los medios que se prestan a la referida práctica conservan un apego ideológico acorde a lo que defienden o atacan, pero en este mundo nadie vive de defender ideologías.

Me queda claro que esos medios -que en el sentido estricto ya no son medios, pues dejaron de estar a la mitad para colocarse en uno de los extremos- y sus voces alegrarán que pautar información desde sus cuentas en las redes sociales para defender una postura es válido porque están ejerciendo su libertad de expresión. Ojalá se sinceraran y reconocieran que todo lo que defienden es su libertad de hacer negocio.

Como sea, es necesario recordar que ambas libertades tienen, como todas, sus límites y que hacer negocio o "expresarse libremente" con dinero público es corrupción porque ninguna de las dos posibilidades son el propósito original de la recaudación y aplicación del dinero del erario. Dicho de manera más directa, me niego a que el dinero que proviene de nuestros impuestos o de la riqueza natural del país, siga siendo aplicado por autoridades o partidos políticos para pagar plumas o medios que los defiendan o les hagan propaganda.

Escrito en: Consinsentido medios, comunicación, redes, sociales

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