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Parteras, opción ante la cesárea

Una asistente de Huixquilucan y una familia que se dedica a recibir a bebés en Milpa Alta narran sus experiencias y procedimientos; destacan que no han registrado muertes

Parteras, opción ante la cesárea

Parteras, opción ante la cesárea

EL UNIVERSAL

Las mujeres que ayudan a otras a parir en su casa sin medicamentos ni utensilios quirúrgicos aún son una realidad. En la capital aún hay mujeres que se dedican a este oficio. El Universal recopiló las historias de tres mujeres que han traído al mundo a varios bebés, tarea matizada de riesgos y satisfacciones que por años han ejercido con gusto y convicción. Narraron experiencias, por ejemplo, métodos para acomodar la posición del feto dentro del vientre materno y facilitar un parto natural.

Aseguran que no ha muerto un bebé en sus manos. Dicen que las mujeres que atienden regularmente son de escasos recursos y que los partos son más efectivos que la cesárea; sin embargo, reconocen que es necesaria cuando existen complicaciones.

Según el Inegi, en 2016 hubo 22 mil 208 muertes fetales, 14 mil 542 fueron por negligencia de médicos especializados en ginecología y obstetricia, 6 mil 305 por otros doctores, 65 por enfermeras y 121 por parteras, entre otros.

Estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que en ocho países de América Latina se ha implementado el parto natural porque las cesáreas conllevan un alto riesgo y complicaciones para la salud materno-infantil.

En todo el país, la Secretaría de Salud (Ssa) registra 6 mil 990 comadronas capacitadas, siete están en la Ciudad de México.

Las parteras coinciden en que su conocimiento va en declive porque la mayoría de las mujeres prefieren ir a los hospitales.

Han atendido los nacimientos de sus hijas, nietas e incluso de sus hermanas.

Afirman que no se les ha muerto ningún bebé y consideran negligencia médica la mayoría de las muertes de bebés en clínicas.

HERENCIA

Dominga Rodríguez Cervantes vive en la calle de Veracruz, número 17 del barrio de la Concepción, en Milpa Alta, Ciudad de México. Tiene 56 años y lleva 38 como partera. A los 13 su abuela María Luisa Mendoza comenzó a instruirla en el oficio.

Su familiar, originaria de Tlaxcala, atendió los partos de su mamá, es decir, los de su propia hija, incluyendo el de Dominga. Por ello, la mamá de la mexicana aprendió remedios para hacer más ágil el nacimiento del bebé, los que aún hoy práctica.

La madre de Dominga tuvo 11 hijos, ocho mujeres y tres hombres, de los cuales viven 10. Sólo Dominga ejerció el trabajo de partera.

A los 18 años atendió su primer alumbramiento con una vecina llamada Carmen, la actividad estaba a cargo de su abuela, pero mientras ella iba a atender a otra mujer le encargó a Dominga que la supervisara.

"Me decía mi abuelita: `Quédate hija, ella tarda´"; sin embargo, cuando por fin llegó su familiar, la vecina había dado a luz con la ayuda de Dominga.

VIO NACER A SU HERMANA

El segundo parto que atendió fue en 1979 y se trató del nacimiento de su hermana. Su mamá se resistía por vergüenza a que su propia hija la atendiera, pero no pudo más y aceptó su ayuda. Fue así como vio nacer a su hermana Sara.

Además de su instrucción tradicional, la mujer se graduó como enfermera general; sin embargo, no ejerció en un hospital.

Hay ciertos requisitos que dice hay que tener para lograr un parto efectivo: que la mamá acuda a asesorías desde el cuarto mes. Además de sus remedios, recomienda hacerse estudios y vitaminarse, aunque aclara que esos consejos son actuales, porque antes "no había nada de eso e incluso así los bebés nacían bien. Jamás se nos ha muerto un niño, gracias a Dios", asegura.

Calcula que ha atendido a mil connacionales, lo que no le gusta es que lleguen a punto de dar a luz sin que ella les haya dado seguimiento previo.

En esos casos y para evitar riesgos, les dice que mejor vayan al hospital, porque no sabe cómo viene el bebé.

Desde que empezó la gratuidad en las clínicas, dice que los partos que atiende son pocos, uno cada dos o tres meses, antes eran cuatro por 30 días.

María Teresa Cervantes es prima de Dominga y también vive en Milpa Alta. Tiene 28 años de experiencia.

Asistió su primer alumbramiento cuando tenía 18, luego se capacitó para obtener el permiso. Hoy presume haber atendido a cerca de 300 mujeres.

Atiende a las futuras madres en su casa. El precio por cada parto es de 8 mil pesos e incluyen dos días de estancia con desayuno, comida, cena y tres baños de temazcal.

Después del nacimiento, María aconseja guardar reposo por uno o dos meses y buena alimentación para evitar dolores reumáticos futuros.

Artemia cortó el cordón de sus hijos

Artemia Ortega González tuvo ocho hijos, de los cuales cinco fueron atendidos por ella, porque recuerda que la partera que la ayudaría a dar a luz "dilató mucho". Cortó por sí sola el cordón umbilical de sus propios hijos. Tiene 83 años, es partera y vive en la colonia San Francisco, en Huixquilucan, Estado de México.

Desde hace 62 años ejerce el oficio, es considerada por los residentes del pueblo como la partera más famosa y, quizás, una de las últimas que atienden en la región.

A los 21 años, en 1955, Artemia se inició en el oficio, sólo fue seis meses a la primaria -porque cuando aprendió a leer, su papá le dijo que ese era el conocimiento suficiente y la sacó de la escuela-. Su abuela Magdalena Díaz, partera desde 1900 y la cual alcanzó los 105 años, fue quien le enseñó.

La primera vez que cortó el ombligo de un recién nacido, Artemia penas tenía 20 años. Fue el parto de su concuña.

En su comunidad no había hospitales, por eso, los pobladores la buscaban. Con los mil pesos que cobraba construyó en su casa dos cuartos en el que instaló ocho camas para atender a las embarazadas.

En 1960 atendió a una mujer que iba a tener a su bebé de forma prematura. El parto fue un éxito, sin embargo, el médico del pueblo la denunció con el presidente municipal, argumentando que no tenía experiencia.

No obstante, el alcalde la apoyó y le brindó la oportunidad para que se capacitara en una clínica de pediatría en la Ciudad de México.

Calcula que probablemente atendió 5 mil operaciones. La edad en que tuvo mayores exigencias en su actividad fue cuando tenía 40 años.

Relata que atendió un parto de trillizos, el tercero nació sin vida y en lugar de darle la noticia a la madre, dice que lo mejor es callarse, porque es preferible que la mamá se dé cuenta.

En otro momento, cuando estaba en las asesorías médicas en el hospital, vio cómo una mujer estaba muy afligida y con temperatura, entonces palpó su vientre y se dio cuenta que el feto venía sentado y el doctor no la atendía.

Fue muy insistente con el especialista, indicándole lo que pasaba con esa mujer, pero la ignoró. Cuando regresó al siguiente día al hospital, la joven seguía en las mismas condiciones. Después de darse cuenta, el experto practicó una operación de emergencia, pero el bebé estaba muerto.

En otra ocasión, cuando también estaba en sus asesorías, percibió que una mexicana estaba a punto de dar a luz, pero el doctor prolongó el parto.

Mientras le explicaba la situación, comenzó el alumbramiento, la mujer estaba de pie y la criatura colgando. En ese momento llevaron a la madre a una cama en vez de atenderla en el piso y por esa razón, dice Artemia, el pequeño sufrió una fractura de columna.

Piensa que no cualquiera puede ser partera, a menos que sepa medir, por ejemplo, la pelvis para considerar si la labor será normal o no; cuando son gemelos lo correcto es la cesárea, e ir al médico, también hay que saber cómo hablar con cada mujer y tranquilizarla durante el parto.

Aunque también, declara, hay personas que desaprueban o juzgan su labor, por considerarla asquerosa y poco preparada.

Considera que tiene un talento innato, que lo lleva en la sangre. Varias veces atendió partos en la calle o en hospitales antes de que la mujer entrara a las camillas, por casualidad o destino, ella está convencida de que nació para eso.

Ortega González dejó de atender hace cinco años porque su marido, con quien estuvo casada 60 años, murió.

Ella desistió de su labor porque él era quien la acompañaba al hospital a capacitaciones en el turno nocturno, la dejaba por la noche y regresaba por la mañana.

Actualmente, las personas la siguen buscando para que revise vientres y dé diagnósticos. No ejerce; no obstante, aún brinda algunas asesorías para dar seguimiento a las mujeres que van a dar a luz.

Escrito en: parteras - parto, mujeres, mujer, estaba

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