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Nostalgia de los setentas

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CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

Punto de finalizar el sexenio, las cosas ya van de bajada. En esa ruta, las palabras revelan una nostalgia del pasado. De esa manera se habla del "tapado" y "la cargada". El presidente hace el juego y los medios hacen eco. No sé ustedes. Pero estos últimos meses refieren a todas luces al pasado. No al inmediato, ni tampoco a los mejores momentos de la transición democrática a mediados de los años noventa, cuando se construyó un instituto electoral responsable e independiente. Por el ritmo, las declaraciones y el ambiente, los significados se asemejan a los años setenta. ¡Sí! Del siglo pasado. ¿Se acuerdan de la docena trágica? Es fecha que todavía la seguimos pagando...

Los setentas están a la vista en nuestro presente. Como liturgia, se resucitó el rito, la ceremonia y la imposición. "Dedazo" es otra palabra nostálgica de aquellos tiempos.

¿Qué significan esas palabras? En pleno siglo XXI, las prácticas políticas del siglo XX se niegan a morir. Son dos Méxicos en pugna. Un México moderno, plural, crítico, con vocación democrática y tolerante. Por otro lado, lo arrastra un México que se asemeja a los años setenta. Autoritario, intolerante, unilateral y altamente corrupto. Por eso las palabras nos muestran ese pasado que pervive en las instituciones. ¿Se asoma el "pequeño priista que llevamos dentro"?

Vayamos más allá de la anécdota del tapado, que tanto gustó a los medios. El destape del candidato del PRI, José Antonio Meade revela a una élite política que condena el populismo (versión latinoamericana), y al mismo tiempo retoma a López Portillo y Echeverría. Vean los niveles de la deuda pública. Vean la visión patrimonialista del gobierno. Por supuesto, no faltará quien cite al clásico: "Ni nos perjudica, ni nos beneficia, sino todo lo contrario".

Bajo esa rancia política, no descarten que la administración está sostenida por alfileres. Son capaces de regresar al "error de diciembre".

Veamos al candidato. De Meade se hecho toda una hagiografía en los medios. El hombre que el país necesita. Honesto, profesional, buena imagen, bien preparado y sin cola que le pisen. Pero la apuesta mediática no necesariamente corresponde al gobierno que lleva el PRI, donde impunidad y corrupción son el sello de la casa. Así, las semanas pasan y seguimos sin fiscales. Porque al fin, lo que revelan los hechos es la continuidad del status quo, no el rechazo a la corrupción o la procuración de justicia. Para esos casos, el partido siempre tiene un Virgilio a la mano, o si la situación se complica, ahí está el TRIFE para defender al poder. En ese sentido, no importa que Meade sea un santo. Lo que importa es mantener el estado de cosas: negocios, concesiones, privilegios, y sobre todo, el poder. Por lo mismo, nada de investigaciones, ni fiscales que quieran trabajar. Nada de cuestionamientos, porque luego se acusa de bullying. Lo que se quiere, lo que se espera, son aplausos, complicidad, obediencia. Tal cual como en los setenta. Tan buena imagen tiene el candidato, que hasta prominentes panistas lo prefieren. Dicen que votarán por él.

En 2018 votaremos por refrendar los privilegios o por una alternativa que los sacuda. Los dejo con José López Portillo: "Ya nos saquearon. México no se ha acabado. ¡No nos volverán a saquear!

Gloria Rodríguez me hace unas puntuales precisiones sobre mi texto de la semana pasada. Su papá, José María Rodríguez Villarreal adquirió la casona que fue de Rafael Aldape Quiroz, en 1986. Pese a que varios le decían que no comprara una casa antigua porque después no la podría cambiar o tumbar, él la compró con el propósito de respetar y conservar su sentido histórico. De esa manera, no sólo la cuidó, sino además, mandó instalar -y aquí corrijo el texto anterior-, un vitral Montaña para honrar la historia de la ciudad. Vale recordar que en esa década, tumbaron la singular casa Alhambra, en Abasolo y Colón, donde ahora está un horrible edificio. Por el contrario, Rodríguez Villarreal dejó un legado y ejemplo de conservación. Ahora, su hija Gloria guarda esa tradición. Personalmente ella se encargó de restaurar el inmueble centenario. En pocas palabras, es el alma de la Casa Juárez.

Nos vemos en Twitter, @uncuadros

Escrito en: Civitas pasado., siglo, Meade, Rodríguez

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