Nosotros

La esencia de la Navidad

PADRES E HIJOS

La esencia de la Navidad

La esencia de la Navidad

IGNACIO ESPINOZA GODOY

Dejarse llevar por la avasallante campaña de mercadotecnia que despliegan miles de compañías de las más variadas mercancías resulta tan fácil en esta temporada, que es complicado sustraerse de ese ambiente que tienen estas fechas; sin embargo, los padres de familia sabemos que la esencia de esta época no son -ni deben ser- los costosos regalos que podemos recibir o entregar a cambio de otros, sino la oportunidad de reunirnos para estrechar esos lazos que en ocasiones parece que están a punto de romperse debido a que no nos damos el tiempo para reconocer la importancia de quienes están más cerca de nosotros durante todo el año.

Con ello me refiero no sólo a la familia, sino también a todas esas personas que forman parte de nuestro principal círculo de amistades, que forjamos en el ámbito del trabajo, de la escuela, de los vecinos más cercanos, que por diferentes motivos sabemos que podemos contar con ellos, recurrir a ellos en los momentos más difíciles y que ahí estarán para apoyarnos sin condiciones de ninguna clase. Todos ellos son parte fundamental en nuestra vida, así que podemos demostrárselos no sólo con un presente material, sino con una frase que exprese cuán importantes son en nuestra existencia.

Ojalá que pidiéramos algún día entender que estas fechas no son sinónimo de regalos caros, de comidas sofisticadas que luego no satisfacen del todo nuestro apetito, sino de reunirnos en torno a ese propósito que encierra el mismo significado de la Navidad, que por sí solo es el nacimiento de un ser superior que vino a este mundo a traernos paz, esperanza, amor, esas virtudes que nos deberían mover durante todo el año y no sólo durante el mes de diciembre y que en ocasiones se prolonga los primeros días del nuevo año con las fiestas de los Reyes Magos y hasta el 2 de febrero con el llamado Día de la Candelaria, día que se celebra con los tradicionales tamales y un atole, champurrado o chocolate.

La Navidad va más allá de esas celebraciones, que si bien son importantes porque representan nuestras tradiciones, lo verdaderamente importante es reunirnos en familia, con los amigos y recordar que la esencia es nacer a un nuevo ser, transformarnos en personas nuevas dispuestas a perdonar, ayudar, a ofrecer lo mejor que tenemos al servicio de los demás sin pedir algo a cambio, pues de otra manera se perdería la magia, la esencia de la palabra que se remonta a más de dos mil años.

Para quienes aún tenemos la oportunidad invaluable de reunirnos año con año alrededor de una mesa para compartir los alimentos en Nochebuena, en compañía de los que más queremos, es un privilegio pues no sólo se trata de disfrutar suculentos manjares preparados especialmente para esa ocasión, sino de afianzar, de reforzar esos lazos que nos unen como familia, de ofrecer lo mejor que tenemos al servicio de los demás ya que todo cobra sentido cuando lo hacemos por quienes nos rodean sólo verlos felices.

Este tipo de tradiciones son las que debemos seguir fomentando entre los hijos, para que ellos a su vez las practiquen una vez que formen su propia familia, pues son costumbres que se arraigan con el paso del tiempo porque sentimos que nos unen más, al margen de los platillos que se puedan llevar a la mesa ya que lo realmente importante es reunirse con el propósito de ofrecer lo que tenemos, no en el sentido material, sino en lo espiritual, en la compañía que podemos regalar, en el tiempo que podemos obsequiar cuando los demás no pueden.

La presente reflexión, estimado lector, se derivó de la inspiración al observar cómo mis hijas tomaron la iniciativa para sacar el arbolito de Navidad de su rincón y adornarlo para impregnar el hogar de ese espíritu que nos debe mover para comprender que, finalmente, lo más importante de esta temporada es estar acompañados de los que más queremos y que también nos quieren, de compartir lo poco o lo mucho que podamos tener, pues de nada sirve acumular un sinfín de bienes materiales si no se cuenta con lo fundamental, que es poseer amor, para dar y recibir a manos llenas.

Más allá de lo tangible (todo lo que podemos tocar), lo realmente importante es lo que sentimos cada vez que experimentamos esas sensaciones que nos producen aquellas personas que siempre están cerca de nosotros para cuidarnos, para ofrecernos lo mejor que tienen en todos los aspectos, sin pedir nada a cambio, ya que lo que se da no está sujeto a condiciones de ningún tipo, pues de otra manera el acto perdería su esencia.

Precisamente, amable lector, esa esencia de la Navidad está en ese espíritu del mismo significado de esta temporada, de dar paso al nacimiento de un nuevo ser, que podemos ser nosotros mismos, con un cambio en nuestro interior para convertirnos en personas más sensibles y solidarias con las necesidades de los demás, principalmente de quienes nos rodean.

Escrito en: Padres e hijos podemos, sino, pues, esencia

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Nosotros

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas