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Cuando el oso se vuelve loco

JEFFREY DAVIDOW

Al reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, Donald J. Trump una vez más nos recuerda que estamos confrontando a un individuo sobre todo preocupado en apelar a su estrecha base política, sin evaluar o incluso entender las consecuencias de su imprudencia. Esa misma falta de criterio debe alarmar a los proponentes de mejores relaciones entre Estados Unidos y México, ya que Trump podría cumplir otra de sus promesas de campaña: retirar a Estados Unidos del TLC. Es una amenaza real. Tal decisión traería grandes implicaciones para México. Las pérdidas económicas serían grandes, pero, en mi opinión, no devastadoras. Eso sí, el impacto a la relación bilateral sería devastadora.

Recordemos, que el TLCAN impulsó una liberalización de la vida política y económica en México y transformó la relación entre Estados Unidos y México. El entendimiento permitió que los dos países lograran avances importantes en temas mutuos.

De desaparecer el TLC, ¿sería posible mantener los elementos positivos de la relación? La complejidad es enorme y, en ese escenario, tendría que haber una claridad de visión en ambos lados de la frontera para proteger lo que se ha creado y para prepararnos para la era posterior a Trump.

Hoy es claro que en el último cuarto de siglo se produjo una falla generalizada de liderazgo y visión en América del Norte. El TLC acabó siendo un fin en sí mismo y no el comienzo de un proceso de mayor integración.

Esta incapacidad para moldear el futuro impidió hacer frente a los cambios que estaban ocurriendo globalmente. El mundo se abrió pero no estuvimos a la altura para lidiar con él. En los dos países las élites políticas no han respondido adecuadamente a los cambios profundos en nuestras economías, muchos de ellos productos del TLC.

Ahora nos enfrentamos a un desafío conjunto. Trump no me representa a mí ni a la mayoría de los estadounidenses que votaron por otro candidato. La gente de buena voluntad a ambos lados de la frontera debe mantener el sueño de un futuro basado en tolerancia y un aprecio por los beneficios de una mejor y mayor cercanía.

En este coyuntura México se está defendiendo bien: está actuando con dignidad, no ha aceptado los llamados de algunos de sus políticos y comentaristas que argumentan a favor de una postura hostil, por ejemplo, cortando la cooperación en temas de seguridad y migración, como una forma de amenazar a Estados Unidos. Aunque comprensibles, estas propuestas no reconocen que abandonar la cooperación agravaría una situación ya de por sí difícil y perjudicaría tanto más a México.

México no debe perder la vista que al norte de la frontera, México sigue teniendo muchos aliados en el mundo del gobierno, la industria, el comercio y entre el público en general. La resistencia al Trump que vemos cada día continuará y los partidarios de una relación digna y valiosa con México continuarán la lucha.

Este no es el momento para el pesimismo. Es cierto que todos estamos pasando por un periodo muy difícil, pero los buenos, los tolerantes, y los humanos entre nosotros -en México y Estados Unidos- prevalecerán, si los políticos de ambos países que ahora están sumidos en elecciones conflictivas de 2018 pueden ofrecer un liderazgo basado en el sentido común y una visión optimista del futuro.

Escrito en: México, Estados, Trump, ambos

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