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CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

Las preguntas son recurrentes. ¿Cuál es el camino de la felicidad? ¿Hay una fórmula para ser felices? ¿En qué consiste la felicidad? Desde antaño, pensadores, filósofos, profetas y hasta políticos han hablado sobre la felicidad. Cada uno a su manera ofreció guías, recomendaciones e incluso, recetas. De la antigüedad grecolatina, todavía sobreviven libros emblemáticos, sentencias y pensamientos entrañables sobre la vida y la felicidad. Con una visión optimista de la política, Aristóteles ligó esa actividad a la felicidad del pueblo. Sin duda, hoy podríamos pensar todo lo contrario.

Sin embargo, poco aportamos a esos grandes hombres. Más bien los anotamos al margen. En su afán tecnológico, la modernidad ha encontrado fórmulas químicas para la felicidad. Con el consumo de ciertos fármacos, se prometen la dicha, pero en realidad se busca mitigar de la depresión. Por otro lado, abundan las recetas y los consejos de unos profetas que se anuncian en la televisión o la Internet. ¡Pare de sufrir! De igual manera, hay libros de superación que se venden por montones, junto a gurús que anuncian lo mismo una agua azucarada, que los pasos para ser feliz. En esa geografía, economistas y encuestadores no se han quedado atrás. Hace tiempo que las explicaciones clásicas de las escuela de Chicago, caducaron. Para explicar los comportamientos y las diferencias sociales, no basta con medir el PIB. Contrario a lo que parece, no hay una correlación clara entre riqueza y felicidad, como lo muestran los estudios comparados. El más reciente estudio de Gallup sobre la felicidad en el mundo, es buen ejemplo. De acuerdo a la legendaria empresa de encuestas, la felicidad está en ¡una isla! Más específicamente en el archipiélago Fiji. ¿Será que en la isla la vida es más sabrosa? Según la medición que compara 55 países, Fiji es el lugar donde las personas se perciben entre las más felices del mundo. En segundo lugar le sigue Colombia; tercero, Filipinas, donde por cierto gobierna un excéntrico dictador. En cuarto lugar, México. Sí, como lo acaba de leer, México, no Suecia, Inglaterra, Alemania, Estados Unidos o Francia. México se lleva el cuarto lugar de felicidad. A pesar de los pesares, los mexicanos están entre los más felices del mundo. ¡Vaya cosa!

A la inversa, los países más desdichados son Irán, prácticamente un teocracia; Irak, donde la guerra, el petróleo y la codicia, destruyeron al país que hasta la fecha continúa en violencia. Le sigue Ucrania y Grecia, donde hicieron de la tragedia económica, una forma de vida. Sin duda, poco aprendieron de los antiguos griegos.

Según estos datos de reciente factura (diciembre de 2017), México está entre los países más felices. El cuarto lugar para ser exactos. Pero al ver otras preguntas, encontramos que 46 por ciento tiene una visión negativa de la economía. Otra cifra más. Sólo 11 por ciento, es decir, una minoría, considera que la economía es positiva. Dicho de otra manera, muchos mexicanos se sienten felices en el país, pero al mismo tiempo, reconocen las carencias económicas. Esta situación coincide con las recientes valoraciones del secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), José Ángel Gurría. Escuchemos su descripción: "Vemos un país dinámico en plena transformación, pero la metamorfosis es compleja, porque le cuesta mucho trabajo desprenderse de las viejas prácticas. Vemos un país abierto, integrado a la economía internacional, pero también profundamente desigual, con grandes sectores alejados de la modernidad". Un México que va para adelante, y otro México que lo arrastra.

Sin duda, la otra cara de la moneda de la felicidad de los mexicanos, tiene una deuda pendiente con esa otra mitad que vive un país notablemente desigual. ¿Pobres pero felices? Nos falta mucho más que simple optimismo.

Como todo en la vida, hay ciclos que se cierran, otros se abren. Por cuestiones profesionales, nos despedimos de esta columna, donde con gusto polemizamos, realizamos crítica y también autocrítica. No sólo escribimos lo que pensamos, sino también lo que sentimos. Muchas veces hablamos de lo que nos indigna o duele. Gratitud a nuestros lectores y a esta casa editorial, El Siglo de Torreón, que nos facilitó el espacio cada miércoles desde hace varios años. Hasta nuevo aviso, nos volveremos a encontrar pronto.

Nos vemos en Twitter, @uncuadros

Escrito en: Civitas México, lugar, felicidad., país

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