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Para la historia, la visita de Meade a Durango

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Para la historia,  la visita de Meade a Durango

Para la historia, la visita de Meade a Durango

RUBÉN CÁRDENAS

Resultó tal como se esperaba la estancia en Durango de José Antonio Meade Kuribreña, precandidato a la presidencia de la república del PRI-PVEM y PANAL; es decir, para sorpresa de nadie, hubo poco ruido y escaso interés del electorado local, comparado a cómo se manejaban las cosas antes. De hecho, no es fácil recordar, al menos en la historia reciente del estado, la visita de un aspirante presidencial con una agenda tan austera, solamente de eventos cerrados, sin un encuentro masivo "con las fuerzas vivas", como solía denominarse.

El precandidato tenía previstas algunas actividades partidistas y con empresarios, como un foro sobre seguridad y justicia al mediodía; luego, un encuentro con directores de medios de comunicación locales, entrevistas en noticieros, una comida con liderazgos estatales y, ya por la tarde, tuvo un evento con priístas y simpatizantes en el auditorio del tricolor, un espacio para unas mil 200 personas personas sentadas, el cual, aunque estuvo repleto, sigue siendo muy reducido para un precandidato con intenciones de acercarse al mayor número de ciudadanos posible.

Fue, pues, una agenda "cajonera" la que cumplió ayer en Durango el precandidato de la alianza "Todos por México", a diferencia de sus antecesores, quienes no aceptaban reuniones pequeñas y solían paralizar las actividades ordinarias en esta ciudad en cada visita. La recepción en el aeropuerto era apoteósica: con mariachi, pancartas y aplausos. Era impensable dar una bienvenida sin este colorido protocolo, pues se trataba de que el PRI luciera su mejor cara ante el próximo presidente. Así fue hasta el año 2000.

En las plazas se congregaban esos miles que no se vieron ahora, esos entusiastas líderes y lideresas que vitoreaban al candidato hasta desgañitarse, previo arreglo de beneficios diversos. Ahora, no pudieron organizar una concentración masiva, aunque sí hubo autobuses para el acostumbrado acarreo a la sede estatal del tricolor.

Por supuesto que toda esa austeridad no es voluntaria ni producto de una estrategia diferente para ahorrar y no verse tan derrochadores como antaño, sino más bien no hicieron más porque no pudieron, porque las condiciones del PRI en Durango no son óptimas y tampoco lo es la disposición del electorado para recibir candidatos, menos todavía de un partido que acaba de irse, pero no se fue con las manos vacías, precisamente. Vacías dejó las arcas estatales.

Obviamente, el cambio de gobierno en Durango fue factor determinante para que un precandidato priista no pudiera llegar y sentirse como en su casa, porque esa casa se le achicó y lo obligó a reunirse con los suyos en sitios a donde el ciudadano común, ese que puede ir a un mitin a gritarle algún insulto al candidato o a abuchearlo, no tiene acceso. Así pues, la visita de José Antonio Meade a Durango sólo evidenció el crítico momento que vive el tricolor, en el que el triunfo seguro, la unidad en torno a una figura y la confianza de los ciudadanos sólo tienen lugar en el discurso.

Tampoco se vieron esas escenas en las que todos se peleaban por estar presentes en los eventos para acompañar al abanderado en sus recorridos. Había invitaciones al por mayor para visitar rancherías, la sede de ciertas organizaciones políticas y sociales, los círculos de empresarios, los colonos; todos querían establecer contacto con tan significativa figura.

Muy poco de esto se observó ayer; no se supo si la agenda que cumplió en Durango José Antonio Meade fue propuesta por su equipo de trabajo o por el priísmo local, pero sentó un precedente respecto a la parafernalia del pasado. De alguna manera, lo que realizó el precandidato del PRI a la presidencia no le alcanza para llamar la atención de los electores duranguenses y menos para ubicarlo como un aspirante con posibilidades reales de obtener la victoria en la elección de Julio. Tampoco levantó aquí el priísta, al igual que en otras entidades. Y eso, hasta los priístas "lo saben, lo saben", como diría la Sonora Santanera.

MUY LAMENTABLE QUE las cosas entre el secretario general del CDE del PAN, Rómulo Campuzano González y Fabián Gutiérrez López, secretario particular del alcalde José Ramón Enríquez Herrera, hayan tenido que llegar hasta una denuncia penal por presuntas amenazas de Gutiérrez al dirigente panista, vía telefónica . La Fiscalía estatal está obligada a investigar el caso y determinar responsabilidades, si las hay... A ESTAS ALTURAS de la contienda electoral, la autoridad correspondiente menos que nunca puede dar paso a la impunidad, a fin de no entorpecer el curso de la elección que viene... ADEMÁS, SE TRATA de un conflicto entre correligionarios, pues ambos pertenecen a una misma fuerza política en alianza, "Por México al Frente". Es necesario que quienes protagonizan tan penoso escándalo muy pronto tengan un punto de encuentro y ajusten lo necesario.

Twitter: @rubencardenas10

Escrito en: LA RAYA DEL TIGRE Durango, precandidato, José, Meade

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