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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

¿Recuerdas, Terry, la primera vez que oíste el trueno de la tempestad?

Casi todos los perros tiemblan cuando cae un rayo y se escucha su fragor. El "Fox" y el "Moro", los perrazos daneses que cuidaban por la noche mi colegio de niño, gemían asustados y se ocultaban abajo de las camas al tronar la tormenta en La Escondida, el rancho donde los hermanos lasallistas pasaban sus vacaciones de verano.

Tú, Terry mío, eras un cachorrito cocker. Tenías unas semanas de nacido; te acomodaba yo en el hueco de la mano. Pero al oír aquel primer trueno de tu vida corriste hacia la puerta y le ladraste al enemigo oculto. Todos reímos tu infantil alarde, y más cuando, callado el trueno, volviste a nosotros la mirada con orgullo como diciendo: "Estén tranquilos. Ya se fue".

Jamás tuviste miedo de los truenos, Terry. Anciano ya, seguías ladrándoles para que huyeran y no nos asustaran. Siempre nos defendiste de los peligros del cielo y de la tierra.

De ti aprendí, perro amigo, perro hermano, a no temer las tempestades. Así como vienen, Terry, así se van. Cuando llegue la próxima tormenta me acordaré de ti y no le temeré.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Terry,, tormenta, trueno, perro

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