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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

La sombra me pareció conocida. Nunca me la había topado. Los lugareños me decían que cuando la vieja casa se quedaba sola esa sombra iba y venía por las habitaciones. Se miraba en el espejo de nueve lunas del ropero; permanecía absorta ante el retrato de esa mujer que nadie recuerda ya quién fue; estaba largo rato de pie en el sitio donde se suicidó aquel antepasado nuestro cuando apostó su hija a una carta y la perdió.

Anoche finalmente vi a la sombra.

La miré, y ella también me vio. Me vio como si se mirara en el espejo; como si fuera yo también el retrato de alguien a quien se ha olvidado ya; como si dentro de mí hubiese muerto el alma de un suicida.

Después de un largo tiempo de silencio le pregunté a la sombra:

-¿Quién eres?

Me respondió:

-Soy tú.

Y añadió luego:

-Y tú eres yo.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador largo, sombra, retrato, hubiese

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