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¿Están los rusos en México?

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

Al principio pareció una mera vacilada y tiempo después se interpretó como una evasiva de los demócratas para justificar la derrota de Hillary Clinton en los comicios presidenciales del 2016.

Sin embargo, la intromisión de Rusia en las elecciones del vecino país es hoy a todas luces una realidad que inquieta no solo a los norteamericanos sino también a México y a países de Europa y América Latina.

Que los rusos hayan influido en el resultado electoral de la primera potencia mundial es francamente inadmisible. ¿Cómo puede un país desintegrado y venido a menos embestir a Estados Unidos en uno de sus activos más valiosos como es su sistema democrático?

Se entienden el caso Watergate y tantos otros escándalos internos que de una u otra manera ayudaron a reforzar el sistema electoral norteamericano.

Pero que Rusia, la ex Unión Soviética, se haya aliado con personajes ligados a Donald Trump y que con sus sofisticados sistemas de espionaje haya gestado una guerra cibernética en la campaña presidencial, resulta por demás inaudito.

Las razones son comprensibles: El presidente ruso Vladimir Putin se confrontó con el gobierno de Barack Obama en varios asuntos lo que motivó la sed de venganza en el seno del Kremlin.

Sin olvidar que Rusia, a pesar de haber perdido la fuerza que le daban sus aliados en tiempos de la Unión Soviética, mantiene prácticamente incólume su aparato de investigación política en el exterior que por décadas dirigió la temida y eficaz KGB.

No hay que olvidar que el propio Putin fue por muchos años espía activo de dicha agencia de inteligencia en donde seguramente aprendió todo tipo de técnicas por no decir que mañas.

De acuerdo a estudios recientes, en la elección presidencial norteamericana los rusos pagaron alrededor de 3 mil anuncios políticos que fueron colocados en 80 mil páginas de Facebook que fueron vistas por unos 126 millones de americanos a lo largo de dos años.

Buena parte de dichos mensajes se enfocaban a cuestionar a Hillary Clinton y a divulgar sus malas prácticas como los mensajes que ilegalmente envió desde su cuenta privada siendo secretaria de Estado.

Seguramente fue parte de la estrategia el ex agente de la CIA y de la NSA, Edward Snowden, asilado en Rusia en 2013 luego de haber divulgado información secreta sobre los excesos del sistema de inteligencia norteamericano.

Pero ahora lo que debe interesarnos es como y hasta donde Rusia ha metido o podrá introducir sus narices en el proceso electoral mexicano.

La primera voz en mencionarlo fue el consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, H.R. McMaster, quien sin dar detalles advirtió el año pasado que Rusia estaba interviniendo en las elecciones programadas para el primer domingo de julio.

Nadie hizo mucho caso a la denuncia hasta que el propio secretario de Estado, Rex Tillerson, dijo en su reciente visita a México que Rusia se ha involucrado en varios procesos electorales en el mundo, incluyendo México. "Mi consejo sería -sostuvo Tillerson- poner atención a lo que está pasando".

Resulta paradójico que mientras el gobierno de Trump rechaza una y otra vez que los rusos apoyaron su campaña, ahora sus altos funcionarios admitan la presencia de tentáculos de Putin en procesos electorales.

No faltará quien sostenga que se trata de una estrategia de los vecinos yanquis para descarrilar la campaña de Andrés Manuel López Obrador a quien se supone Rusia estaría apoyando a través de las redes sociales y de posibles aportaciones económicas.

Hasta ahora las evidencias no son claras, pero si recordamos que la Unión Soviética dominó en los años 70 y 80 un buen número de países del Caribe y Centroamérica, ¿por qué no podría ahora intentar tejer una nueva red de influencia y control?

No hay que echar en saco roto las ansias imperialistas de los rusos y más ahora cuando un personaje sediento de poder como Vladimir Putin gobierna autoritariamente a su país.

Tampoco cabe desdeñar que naciones "progresistas" como Cuba, Nicaragua y Venezuela, estarán felices de tener en México a un aliado que podría ser incondicional como López Obrador.

A querer o no podríamos caer en una trampa de la cual será muy difícil salir y más ahora cuando el sentimiento anti-Trump está arraigado en amplios sectores de México.

¿Cómo podemos asegurar que los rusos no tengan cooptado a Andrés Manuel? ¿Cómo impedir que una nación tan lejana y ajena a los intereses de los mexicanos influya en las elecciones? ¿Si lo hizo en Estados Unidos, podrá hacerlo también en nuestro país?

 APUNTE FINAL

Muy atinada la recomendación del papa Francisco al pedir a los sacerdotes que preparen bien sus homilías y que no se excedan de diez minutos para no aburrir a los feligreses.

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Escrito en: Actitudes Rusia, ahora, rusos, Putin

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