Aispuro y Enríquez no pueden quedar en medio de las grillas internas
Los pleitos y trifulcas por la obtención de espacios no son nuevos entre los grupos internos de los partidos que hoy gobiernan Durango (PAN, PRD y MC); sin embargo, a diferencia de otros momentos electorales, ahora se está dejando al centro del conflicto a sus principales figuras, los dos que encabezaron la victoria en el 2016: José Aispuro Torres, gobernador del estado, y José Ramón Enríquez Herrera, alcalde de la capital del estado.
Nada sorpresivo es que los grupos hegemónicos partidistas opongan resistencia y se nieguen a perder el botín político que han ostentado por años, pero las condiciones han cambiado y quienes hoy tienen el respaldo mayoritario de la militancia no se dejan arrebatar ya lo que les pertenece. Claro está que el hecho de ser gobierno y tener un adversario político venido a menos, como lo es el PRI, aumenta la intensidad de la lucha interna como no se había visto otras veces.
La búsqueda que mantienen estas dos corrientes desde el interior de los partidos por las diputaciones federales y locales, tanto de mayoría relativa como de representación proporcional, debe llevarse por el camino del acuerdo y sin la participación de quienes hoy están al frente de la gobernabilidad en Durango. Una posible intervención de las autoridades en asuntos partidistas alcanzaría a tocar intereses de distintos sectores sociales y, en tal circunstancia, la sociedad se vería lastimada, como ha ocurrido a lo largo de tantos años, en que los gobiernos en turno tuvieron como prioridad mantenerse en el poder y sólo se ocuparon de procurarse triunfos electorales.
Debido al grado de insensatez mostrado por parte de ciertos grupos partidistas hasta el momento, nada fácil resulta esperar una actuación responsable de ellos en lo sucesivo, aunque deben recordar su compromiso con la sociedad en vez de enfocarse en pleitos internos. Mesura, negociaciones y acuerdos mucho les ayudarían a enfrentar el reto electoral que viene, el cual no es menor, aunque algunos piensen lo contrario.
Cierto es que el PRI está desfondado, pero no es el único adversario en el espectro político electoral de Durango. El Movimiento de Regeneración Nacional en el estado y resto del país va creciendo a un ritmo fuerte y sostenido, avance que no puede ser minimizado.
Ahora bien, tanto el gobernador como el alcalde tienen obligaciones y responsabilidades con sus partidos políticos, sí, pero la prioridad son quienes los respaldaron, con su voto, para que lleven las riendas del estado y la capital, respectivamente. Es a la ciudadanía a la que menos se le puede afectar directa o indirectamente por los intereses de los grupos internos partidistas que, como siempre, solamente persiguen su propio beneficio.
En la medida en que los asuntos de partido mantengan una saludable distancia de la participación gubernamental, mejor podrá la sociedad caminar; de ahí que nuestros gobernantes deben actuar con prudencia y no tener favoritismos por quienes protagonizan esas peleas intestinas. Los duranguenses estarán pendientes de la postura que tomen sus autoridades y, con toda seguridad, no tendrán la tolerancia de otro tiempo para permitir que se siga gobernando con el calendario electoral en la mano. Esa práctica ya le afectó demasiado a Durango como para que siga vigente. El gobernador del estado y el alcalde están ante la gran oportunidad de refrendar frente al electorado el compromiso de cambio que adquirieron hace casi 20 meses.
COLMILLOS Y GARRAS
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