En cuestión de piel más vale prevenir que tratar
Uno de los grandes retos a los que se enfrenta la especialidad dermatológica es la necesidad de implementar una visión general que prime el cuidado de la piel sana sobre la batalla (frecuentemente tardía y, por tanto, difícil de ganar) contra las enfermedades de la piel.
Las ventajas de esta estrategia preventiva son numerosas. En primer lugar, la piel sana dispone de un sistema de reparación que, potenciado por hábitos de vida saludables, es capaz de repeler o aminorar las agresiones exteriores en contra de nuestra salud. En la práctica, la piel nos proporciona una barrera mecánica, con propiedades defensivas inmunológicas, que convierte al órgano más extenso de nuestro cuerpo en un escudo eficaz frente a los agentes externos.
Muchos pacientes han comprobado que su piel envía señales que son el aviso de enfermedades, en ocasiones graves. Entonces resulta ineludible acudir, cuanto antes, a la consulta del dermatólogo, ya que cualquier retraso (o atención inadecuada, a través del consejo de un amigo, del recurso a productos milagro o valoración por personal no capacitado) puede resultar, incluso mortal. Pero hubiera sido mejor apoyar a nuestra piel sana cuando contaba con medios más poderosos para hacer frente a agresiones físicas, químicas o infecciosas.
Una visita regular al dermatólogo ahorrará preocupaciones y contribuirá eficazmente a preservar nuestra salud.
Además, una piel sana es fundamental para mejorar la apariencia física, tan importante en esta sociedad donde la imagen es muy importante. También contribuye a mejorar la autoestima, fundamental para disfrutar del capital más importante, que es la vida.
Dice la sabiduría ancestral que más vale prevenir que curar. Una verdad que no debiéramos olvidar nunca a la hora de cuidar de nuestra piel. Ante cualquier alteración en tu piel acude puntualmente con tu dermatólogo de confianza.
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