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El amor entre las nubes

LETRAS DURANGUEÑAS

El amor entre las nubes

El amor entre las nubes

JOSÉ ANDRÉS ESTRADA REYES

Si de veras me quieres, dame una prueba de tu amor. Pedro, no me pidas eso, tú sabes que mis valores y principios no me lo permiten. No, Rosa, si no quieres estar conmigo es porque no me amas. Pedro, tú sabes que eres el amor de mi vida.

Las pláticas entre ellos siempre tienen el mismo tono, el mismo ingrediente: Él, insistente en lograr su propósito; ella, dispuesta a no ceder. Pero llegó el día que el instinto carnal fue más fuerte, los pétalos de una flor profanada rodaron por el suelo.

¿Por qué lloras, no estás contenta mi amor? Sí Pedro, tú sabes que a tu lado soy feliz, pero también estoy preocupada. ¿Qué cuentas les rendiré a mis padres?, entrecerrando sus grandes ojos verdes, dice con sinceridad la jovencita de apenas dieciséis años.

¿Qué te preocupa mi amor? Pronto vamos a casarnos, le asegura con ironía el vil sujeto, que después de mancillar la pureza de Rosa sólo piensa en desaparecer.

En aquel apartado pueblecito de la geografía duranguense, los días de verano se sucedieron uno tras otro. Ante la amenaza del abandono, Rosa accedió a estar a solas con Pedro una y otra vez. Tanto va el cántaro al agua hasta que se quiebra, dice el dicho. Un día se da cuenta que está embarazada.

Pedro… ¿qué vamos a hacer?

A ver cómo le haces, la embarazada eres tú, es tu problema…quien sabe con cuántos te habrás metido y me quieres cargar el paquetito; además, ¿a quién le dan pan que llore?

Un crótalo furioso no hace tanto daño; sin despedirse de Rosa, Pedro desapareció, se fue p’al otro lado; no le importó el amor de la niña hecha mujer, tampoco le preocupó dejar un corazón destrozado; miserablemente le negó a su hijo el derecho de disfrutar a papá.

Rosa habría de enfrentarse a una sociedad machista, que con índice de fuego condena a las madres solteras; sobreponiéndose al abandono enfrentó las críticas con dolor y dignidad, dedicándose en cuerpo y alma a formar a su hijo. ¡El amor maternal triunfó una vez más!

La vida da nuevas oportunidades, un día llegó a la vida de la abnegada mujer un hombre bueno, que le ofrece su amor, proponiéndole matrimonio y la adopción de Manuelito como hijo suyo. Ella se resiste y a solas se repite una y otra vez:

Cupido, no toques de nuevo mi corazón, porque no soportaría otra decepción.

Raúl insiste, está enamorado, la abnegada mujer es el amor de su vida. Rosa decide darse una nueva oportunidad, desea volver a confiar para buscar la felicidad. Se da cuenta que el amor en verdad existe, llegando cuando menos se le espera.

Por algunos años son felices, forman una familia ejemplar, en el humilde hogar reina la armonía; aunque no eran ricos tenían una vida desahogada, como resultado del pequeño negocio de alimentos que les permitía tener amigos en cada uno de sus clientes. Manuel, estudiante modelo en bachillerato, se prepara para su ingreso a la universidad. Sin anunciarse, un día se presenta la tragedia, quiso el destino que Raúl perdiera la vida en un accidente automovilístico. Otra vez el mundo de Rosa se derrumba, el sol pierde su brillo… Sin embargo, las contundentes palabras de Raúl retumban en su mente:

Rosa. Mi amor, no olvides que el amor existe.

El amor existe, repite Rosa con cierta duda, elevando su mirada al cielo descubre entre las nubes una figura caprichosa, ahí está el rostro sonriente de Raúl.

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS amor, Rosa, vida, Pedro,

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