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Cómo ayudar a los alumnos de bajo rendimiento escolar

ROLANDO CRUZ GARCÍA

ROLANDO CRUZ GARCÍA
"No progresas mejorando lo que ya está hecho, sino esforzándote por lograr lo que queda por hacer"— Khalil Gibran

Este planteamiento surge de la urgente necesidad de abatir el bajo rendimiento que se tiene en las escuelas y que provoca lamentables consecuencias, que a largo plazo, tanto para los individuos como para las escuelas y los países, puede provocar el abandono escolar.

Los alumnos con un rendimiento bajo a edades de 15 años (Prueba PISA) al término de su educación secundaria, tienen más riesgo de abandonar completamente sus estudios y cuando una gran proporción de esa población carecen de habilidades básicas; el crecimiento económico de un país, se ve amenazado a largo plazo.

Múltiples factores de riesgo actúan a la vez y muestran que un rendimiento bajo a esas edades, no es el resultado de uno solo de los factores de riesgo, sino más bien es una combinación y acumulación de varias barreras y obstáculos que afectan a los alumnos a lo largo de sus vidas.

Las políticas públicas que pueden ayudar a romper el ciclo de falta de compromiso y el rendimiento bajo, las deben dar los responsables de las dichas políticas y darles una alta prioridad dentro de su agenda, sobre todo al problema del bajo rendimiento escolar, que es como la punta del iceberg debido a los perfiles de éstos alumnos; por lo que es necesario gestionar bajo un enfoque multidimensional, adaptándose a las circunstancias nacionales y locales.

Otro problema, no menos grave son los alumnos que con un rendimiento bajo suelen saltarse más clases o días completos de escuela y muestran menos perseverancia, motivación y confianza en sí mismos que los alumnos con mejores rendimientos.

Sin embargo, estos alumnos "faltistas" pasan una cantidad de tiempo similar realizando ciertas actividades, como hacer deporte, programar computadoras o participar en competiciones matemáticas y tienen más probabilidades de participar en los clubes de matemáticas o jugar al ajedrez después de clase, en el peor de los casos se dedican a la vagancia. De aquí la necesidad de implementar "alertas tempranas" para detectar desde un inicio dichas ausencias.

Un programa integral que busque reducir la incidencia de rendimientos muy pobres, podría incluir diversas acciones: Detectar y desmantelar las múltiples barreras al aprendizaje. Crear ambientes exigentes en los centros escolares en los que se apoye a los alumnos. Ofrecer medidas de apoyo suplementario. Promover la participación de padres y comunidades locales. Alentar a los alumnos a que saquen el máximo partido de las oportunidades educativas disponibles. Identificar a los alumnos con bajo rendimiento y crear intervenciones focalizadas.

Ofrecer apoyo específico a escuelas o familias socio-económicamente desfavorecidas. Ofrecer programas especiales para alumnos que hablen idiomas minoritarios o vivan en zonas rurales. Abordar los estereotipos de género y apoyar a las familias monoparentales. Reducir las desigualdades en el acceso a una educación temprana y limitar el uso de la agrupación de alumnos por habilidades, entre otras. Cabe mencionar que cada una de estas estrategias tiene su propia metodología, pero aquí por falta de espacio es imposible abordarlas.

Los resultados de PISA, muestran claramente que ningún país ni economía puede decir que todos sus alumnos de 15 años hayan alcanzado un nivel básico de conocimientos y habilidades en matemáticas, lectura y ciencia.

En promedio, en los países de la OCDE, más de uno de cada cuatro alumnos tienen un rendimiento inferior al nivel básico de conocimientos y habilidades en una o más de las asignaturas evaluadas en PISA. Incluso en los países y economías con mejores resultados, cerca de uno de cada diez alumnos tienen rendimientos bajos en al menos una asignatura.

Definir el problema y su alcance sólo supone un primer e importante paso, lo que debe hacerse a continuación es pensar con creatividad sobre lo que pueden hacer gobiernos, directivos, profesores, padres y los propios alumnos para mejorar su rendimiento en la escuela, de tal manera que todos ellos adquieran al menos un nivel básico de conocimientos y habilidades. Desarrollar y ejecutar políticas requiere creatividad, voluntad y posiblemente recursos adicionales.

Las evidencias presentadas en este informe sugieren que todos los países y economías pueden reducir su número de alumnos con bajo rendimiento y que esa reducción puede lograrse en un período relativamente corto. El primer paso que deben dar los responsables de las políticas públicas es convertir la gestión de los rendimientos bajos en una prioridad dentro de sus agendas y apoyarlas con recursos adicionales.

En México, durante los últimos años se han ido introduciendo una serie de programas e iniciativas para promover el acceso y la calidad de la educación de alumnos desfavorecidos. Estas incluyen transferencias de dinero a familias pobres para aumentar las tasas de escolarización en la educación secundaria, sobre todo entre las niñas, así como fondos focalizados, infraestructura y recursos educativos para escuelas con grandes concentraciones de alumnos socio-económicamente más desfavorecidos o con rendimientos más pobres.

Como podemos observar, la problemática del fracaso escolar para los alumnos que terminan su educación secundaria, aunque es muy compleja, tiene solución y la mejor estrategia es la de poner manos a la obra e implementar las políticas públicas que permitan corregirlo.

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Escrito en: Rolando Cruz García alumnos, rendimiento, bajo, políticas

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