Se presentó sin avisar y dijo:
-Soy el número uno, el más importante de los números.
Me permití indicarle:
-Ningún número es más importante que otro. Usted no podría hacer el 12 si no estuviera el 2; ni podría formar el 13 de no ser por el 3, y así sucesivamente.
El número uno pareció molestarse. Aun así continué:
-El número uno no puede ser el número uno sin los demás.
Después de pensar un poco respondió:
-Tiene usted razón.
Pensé:
-Sabe reconocer sus errores y dar la razón a quien la tiene. Algún día podrá llegar a ser el número uno.
¡Hasta mañana!...