¿Y la técnica apá? (Primera parte)
Cuando se contempla una pintura realista con un alto nivel de calidad se dice que el artista posee una gran técnica, la cual le permite acercarse al parecido de los modelos provenientes de la naturaleza, sin embargo, en la pintura abstracta existe también la aplicación de la técnica para producir imágenes de altísimo impacto estético y, por lo tanto, de mérito artístico; aun así, se suele asociar con más frecuencia el concepto "técnica" a la destreza mostrada en la figuración, precisamente por ser identificada con aquella tradición de los grandes maestros, donde bien sabemos, eran poseedores de procedimientos rigurosos para la elaboración de sus obras.
La técnica formó siempre parte del universo artístico, la formación de un pintor se iniciaba en el taller del maestro, primero como aprendiz, posteriormente como asistente para, finalmente, ser considerado a la par de su mentor.
En la música sucede lo mismo, los procedimientos de composición y ejecución, es decir, artísticos, han encumbrado a personajes como Bach, Mozart y Beethoven, lo mismo que a Franz Lizt o Claude Debussy, entonces, ¿Por qué en nuestros tiempos hay quienes argumentan que la técnica ya es ajena al mérito artístico?, ¿De donde proviene tal aseveración cuando la historia del arte incorpora nombres de grandes técnicos: Jan van Eyck, Leonardo da Vinci, Rafael, Rembrandt, Velázquez?, ¿Dónde está la verdad?, por un lado, ha tenido mucho que ver la irrupción de teorías sobre lo que es y no es arte, de manera especial en el siglo pasado.
En 1916 aparece el movimiento dadaísta y la primera forma de "antiarte", donde después de un traumático escenario en la Primera Guerra Mundial tanto artistas como intelectuales se encontraban decepcionados y furiosos contra todo aquello que supusiera un orden establecido, materializándose en un ataque frontal contra la razón y las normas.
Esta reacción de anarquismo intelectual logró trascender gracias a las audaces y trasgresoras propuestas de personajes como Hugo Ball (1886-1927), Tristan Zara (1896-1963), Kurt Schwitters (1887-1948) y sobre todo Marcel Duschamp (1887-1968) que elaboraron un discurso coherente con el descontento generalizado pero que arrastró a la técnica junto al establishment que tanto les inconformaba.
En contraste, observemos cómo los impresionistas cuestionaron la forma en que la Academia de Bellas Artes de París controlaba la formación de los artistas y los espacios de legitimación, pero en vez de eliminar la técnica, reelaboraron los procedimientos para temas que habían sido considerados de segundo orden como el paisaje. Los impresionistas no desecharon ni la materia pictórica ni el soporte tradicional, aprovecharon conocimientos provenientes de la ciencia y la tecnología como la teoría del color y la cámara fotográfica para darle un sentido nuevo a la forma de representar la naturaleza, su descontento con el orden establecido no atentó contra el oficio, lo expandió.