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En aquel pueblo había un solo congal, burdel, zumbido, ramería, casa de asignación, quilombo, mancebía, prostíbulo, manfla o lupanar. Sucedió que las señoras que ahí prestaban sus servicios acumularon con el tiempo años y kilos, y los antes asiduos parroquianos dejaron de asistir al establecimiento. Con tal motivo la dueña del local -madama, marsicala o mamasanta se le llama en argot de lenocinio- se vio obligada a cerrar la casa y a irse con sus pupilas a otra parte. "Negocio que no deja, dejarlo", reza el sabio proverbio comercial. La dicha señora tenía un perico, y lo olvidó al subir a la troca en que se llevó sus muebles. (Linda palabra es ésa: "troca", del inglés truck. Se usa en el norte del país para nombrar a un camión de carga). El pajarraco se vio solo y desamparado, y echó a andar por la calle en busca de fortuna. Caminando, caminando, acertó a pasar frente al convento de la Reverberación. La madre portera, mujer caritativa, lo recogió y lo llevó ante la superiora para pedirle autorización de conservarlo. En ese momento la reverenda madre presidía una junta de recolección de fondos en la cual, a más de las monjitas del convento, estaban los pilares de la comunidad: el alcalde, el médico, el notario, el cura, el banquero, el boticario y el comerciante principal. El cotorro paseó la mirada por la concurrencia y declaró luego, lacónico: "Mujeres nuevas. Los mismos clientes". No cabe duda: el Peje es un lagarto. Un lagartón. Así se llama a quien es astuto, pícaro, taimado. López Obrador las tiene todas consigo, en tanto que sus oponentes se han visto erráticos en sus campañas, perplejos, confundidos. Aun antes de empezar el debate AMLO dio un golpe maestro. Eso de mostrar en las redes sociales un video en el que aparece con su hijo menor pegando en un álbum estampitas del Mundial de Futbol fue una idea brillante. Quien la concibió -quizás el mismo López Obrador- es un estratega consumado. El tal video no sólo presenta al candidato de Morena como un buen padre de familia que dedica tiempo a su pequeño hijo aun en medio de la vorágine de la campaña por la Presidencia: además lo cura en salud, pues en el caso de que AMLO saliera perdedor en el debate de ayer los electores dirían que su mal desempeño se debió a que en vez de prepararse y ensayar para el encuentro, como hicieron sus adversarios, prefirió quedarse en casa para estar con su hijo. De nuevo hay que decir que López Obrador supera por mucho a los otros candidatos en lo que hace al manejo de la gente y de los medios. Importará poco si anoche ganó o perdió en el debate. Pegando estampitas en el álbum de su hijo -o haciendo como que las pegaba- AMLO anotó un gol cuando todavía el partido no empezaba. El Lic. Ántropo, defensor de un hombre acusado de homicidio, le informó al sujeto: "Te traigo dos noticias: una mala y otra buena". "¿Cuál es la mala?" -se inquietó el reo. Le dijo el abogado: "Un examen de laboratorio confirmó que la sangre que manchó la ropa de la víctima es tu sangre". "¡Santa Muerte!" -se demudó el hombre-. ¡Ahora sí estoy perdido!". Luego, esperanzado, preguntó: "Y ¿cuál es la buena noticia, licenciado?". Respondió el Lic. Ántropo: "El análisis muestra que no tienes triglicéridos ni colesterol". MeñicoMaldotado, infeliz joven con quien natura se mostró avara y cicatera al asignarle su atributo de varón, casó con Pirulina, muchacha sabidora. La noche de las nupcias la desposada vio por primera vez sin ropa a su flamante maridito, y le dijo en tono de reprobación: "Meñico: cuando me regalabas monitos de peluche o chocolates te decía que me gustaban los pequeños detalles, pero esto se pasa de la raya". FIN.

Escrito en: De Política y Cosas Peores López, casa, hijo, AMLO

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