El hartazgo

El hartazgo actual con la élite política y los diferentes niveles de gobierno no se ha construido en poco tiempo; lleva varias décadas gestándose y en los intentos para cambiar el rumbo hemos decidido la alternancia de partidos a nivel federal en 2000 y 2012. Todo parece indicar que en este 2018 la mayoría de los ciudadanos decidirán por darle la oportunidad de gobernar a la alternativa populista, pero que a falta de resultados en tres sexenios, ha resultado atractiva al proponer resultados inmediatos a problemas estructurales.

Es relativamente fácil entender como llegamos a este punto en nuestra vida democrática: el hartazgo de la sociedad con los escándalos de corrupción; la creciente inseguridad; los desastrosos resultados de la lucha contra el crimen organizado; la pobreza que se mantiene y la desigualdad que aumenta; los jóvenes de los estratos sociales más vulnerables sin oportunidades reales de escoger un futuro más prometedor y un largo etcétera que no es posible reproducir en este espacio.

Tenemos una clase política, compuesta por todos los partidos y en todos los niveles de gobierno, que no entendió que lo más importante es cambiar la forma en que se ejerce el poder en este país. Violaciones derechos humanos; desvío de recursos públicos por miles de millones de pesos sin consecuencias; obras públicas sean de tan mala calidad debido a la corrupción que causan muertes; cooptación de los organismos autónomos mediante el sistema de cuotas partidistas; alcaldes coludidos con el crimen organizado. A todas éstas se pueden sumar muchas más que tienen a todas los ciudadanos sin ganas de ofrecer una oportunidad a la continuidad.

Los ciudadanos quieren un cambio drástico, y nadie mejor para ofrecerlo que el puntero en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador, sin embargo, creo que las soluciones que propone no van a mejorar la situación actual y muy seguramente provocarán un retroceso en la vida democrática del país.

El discurso de respeto a las instituciones se tendrá que valorar en los hechos, en caso de ganar la Presidencia de la República, no antes. Es claro que en el afán de ganar las elecciones se ha vuelto pragmático poniendo bajo su manto, como el viejo PRI, a todo el espectro ideológico, desde los comunistas hasta los más acendrados conservadores.

Estamos a muy poco tiempo de saber cual será el desenlace de las elecciones, se juega mucho más que un cambio de gobierno y el actual hartazgo nos ha llevado al punto límite en que las preferencias electorales apuntan a que un populista gane la Presidencia de la República debido a que las élites, tanto la política como la económica, no supieron ponerse límites al menos en los últimos treinta años.

Twitter: @jesusmenav