Editoriales

Aviación e infantería

Mauricio Merino

E mplear términos bélicos para describir estrategias es una práctica común en las campañas políticas. Así, por ejemplo, se denomina war room (cuarto de guerra) al grupo que se reúne todos los días en torno de un candidato para precisar agendas y contenidos, a la luz de las últimas noticias y de la evaluación en caliente de los acontecimientos recientes. También se diseñan mapas y se sitúan campos específicos de batalla, a partir de la información que va produciendo cada una de las encuestas, propias y ajenas, para ubicar a los electores posibles. Y desde luego, hay un intenso trabajo de espionaje e inteligencia destinado a anticipar los movimientos del enemigo. La política de campaña debe mucho de su lenguaje y de sus prácticas cotidianas a la milicia: ese otro espacio de confrontación en el que los enemigos se matan.

Una de esas metáforas distingue entre la aviación y la infantería: la primera se refiere al uso de los medios de comunicación, especialmente la radio y la televisión, que atacan masivamente a los electores sin distinguir entre cada individuo; la otra, alude al contacto personal y directo de los candidatos y sus partidos con los ciudadanos de carne y hueso, uno por uno. Por supuesto, el uso de la aviación es mucho más reciente que el de la infantería. Pero a partir de los años 60, su relevancia ha crecido tanto como la influencia de los medios en la opinión pública. No es casual que se haya acuñado el término videocracia para referirse, precisamente, al poder que ejerce la televisión en las decisiones que toman los electores. Ni mucho menos que los partidos destinen dos terceras partes de su presupuesto de campaña a la compra de espacios en radio y televisión. La aviación ha demostrado con creces su enorme poder para ganar votos. Y no es arriesgado afirmar que ningún partido puede darse el lujo de despreciar por completo ese espacio, si quiere tener probabilidades de ganar la elección.

Sin embargo, la infantería también cuenta. De hecho, la duración larguísima de nuestras campañas electorales se debe al homenaje que los legisladores de 1996 le rindieron a esa otra forma de buscar votos: uno por uno y casa por casa, a lo largo y ancho de nuestra vasta geografía nacional. Como si todavía viviéramos en los tiempos en que el general Lázaro Cárdenas hizo campaña, recorriendo a conciencia casi todos los pueblos de México. En alguna ocasión escuché a un político que tomaba las manos que había estrechado como unidad de medida para evaluar su trabajo de infantería: "Hoy hice 200 manos -decía-, pero mañana voy a hacer 250". Otros, más pragmáticos y cínicos, prefieren poner billetes y regalos en esas manos abiertas en busca de su lealtad. Pero todos coinciden en la eficacia de ese método cara a cara: quien saluda personalmente a un candidato o incluso quien lo escucha directamente, tendrá muchas más probabilidades de apoyarlo en las urnas. Sin embargo, la infantería toma más tiempo y esfuerzo, y jamás podría llegar a tantas personas ni tan repetidamente como los mensajes lanzados por la aviación.

La aviación y la infantería también tienen carga ideológica. Hace unos días, en las páginas de este diario, el maestro González Pedrero comparaba la forma en que el candidato López Obrador se acercaba a la gente justamente con el modo en que lo hacía antes el general Lázaro Cárdenas. Y el propio candidato del PRD declaró a la televisión comercial que celebraba la decisión de Felipe Calderón de moverse por helicóptero, porque eso lo alejaba del contacto directo con sus electores posibles, mientras que él ya había dado tres vueltas por la geografía del país. También hizo público el regaño que propinó a su propio war room, cuando sus integrantes dudaron del triunfo de sus banderas por el éxito con el que se estaba desplazando la aviación de su principal adversario, que lo llevó a aparecer en los primeros lugares de las encuestas. La lectura de López Obrador fue y sigue siendo otra: que las elecciones se ganan con el trabajo de infantería, y que las encuestas están sesgadas no tanto por su falta de método, cuanto porque en su selección aleatoria de los hogares no están ponderando a los más pobres, a quienes considera indudablemente proclives a su propuesta.

Por su parte, en efecto, Felipe Calderón ha optado por la aviación. Solamente entre el 29 de abril y el 5 de mayo, publicó 3 mil 117 spots de radio y televisión, mientras que López Obrador difundió solamente 602. Y en cuanto al gasto acumulado por candidato, según los datos de EL UNIVERSAl, Felipe Calderón ha dedicado más de 349 millones de pesos a la compra de espacios en medios masivos, mientras que López Obrador ha gastado poco más de 112 millones. Y también es cierto que la intensidad de las actividades de infantería de los dos candidatos punteros es muy diferente: Felipe Calderón suele medir y calcular sus encuentros, que generalmente se llevan a cabo en locales cerrados y ante auditorios relativamente pequeños y controlados, pero muy bien difundidos en los noticiarios de radio y televisión, mientras que López Obrador ha optado por las reuniones masivas convocadas en plazas públicas, a pesar de que su imagen no logra retratar bien por las dificultades que aducen los medios para filmarlo adecuadamente.

La izquierda y la derecha han optado por la infantería y por la aviación, respectivamente. La primera está apostando al carisma de su candidato presidencial, a su capacidad de seducción personal y a la fidelidad de la gente que entra en contacto directo con él y, muy especialmente, a la simpatía que despierta entre los más pobres. La segunda está buscando a un público menos preciso y está optando por una estrategia de descalificaciones bien calculadas a su principal adversario, difundidas con todos los recursos posibles a través de la radio y la televisión. También ha sintetizado en tres frases las ideas de su candidato, y ha depositado casi toda su confianza en el poder de los medios masivos. Y hasta ahora, ambos son los dos candidatos con mayores probabilidades de triunfo. Quizás sea la última vez que veamos una contienda de esta naturaleza. Pero de momento, en esa mezcla entre infantería y aviación se está jugando el futuro.

Profesor investigador del CIDE

Escrito en: infantería, aviación, López, medios

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