Editoriales

México y los conflictos del momento

JULIO FAESLER

JULIO FAESLER

Esta semana se llenó de novedades. En primer lugar quedó el impasse que nuevamente se abre en la vacilante renegociación del TLCAN. La suerte de este tratado en el aire. Afortunadamente hay ideas bastante claras sobre alternativas prácticas además de viables.

El escenario internacional, por su parte, se presenta cada vez más inestable y conflictivo, como en los ya viejos tiempos de la Guerra Fría.

Para las dos Koreas, por momentos hubo el destello de esperanza para la firma del tratado de paz y la reunificación de las dos naciones. Las posibilidades son altas y los beneficios se sentirán como un grato alivio a las tensiones que generaron los alardes militares de los últimos meses. Vale recordar que en los años sesenta dn Vietnam se libró una cruel y sanguinaria guerra civil para decidir si la región cayera o no en la esfera del socialismo comunista. La negociación final, después de cientos de miles de muertos, se resume en la denominación oficial del unificado y hoy próspero país que se llama República Socialista de Vietnam. ¿Es este el ejemplo para las dos Koreas?

Otro tema de esta semana que afecta negativamente la paz mundial fue la inauguración formal de la embajada norteamericana en Jerusalem que, por su nombre, podría llamarse la ciudad de la paz. Ahí las mechas son muy cortas y la reacción árabe es inmediata. La inauguración de la representación de Estados Unidos no abona a la pacificación de la región sino, dados los temperamentos de ambas partes, solo sirve para asegurar que el conflicto irresoluble nacido de la Declaración Balfour de 1917, se agite más.

Ese conflicto ancestral no tiene más remedio que el que ambas partes, que son monoteístas, acepten convivir al amparo de la divinidad que reconocen, en el territorio que reclaman. Las argumentaciones de los judíos son atendibles en términos de la antigüedad de sus antecedentes bíblicos. Tampoco puede desecharse más de un milenio y medio la presencia institucional árabe. México, por ser amigo de ambos, no debe tomar partido.

Hay un tercer conflicto que está pendiente de resolverse. Es el de Kachemira, nación musulamana por el momento dividida en dos. Llevado el caso a la ONU en 1948 por el Primer Ministro Jawajarlal Nehru, está y seguirá pendiente, el plebiscito que ordenó la Asamblea General. Las conversaciones entre los dos gobiernos, Paquistán e India, no han avanzado. El tema sirve de pretexto para entretener la solapada interferencia de fuerzas extrañas a los dos mientras, por cierto, los Kachemiri piden su independencia.

Los conflictos menudean. Hay otros pendientes como los fronterizos entre China e India o los de Ukrania y Rusia sobre Crimea. Los que China tiene con Japón y Filipinas referentes a las islas artificiales que China ha construido en mar, invadiendo derechos de vecinos, y que ya empiezan a usarse como bases militares.

El que vivamos una era de paz después de la, ya remota para muchos, II Guerra Mundial es debatible. En estos momentos hay razones para temer que, por culpa de alguna de las partes, de pronto se rompa el muy inestable equilibrio.

Hay empero elementos que hay que tomar en cuenta.

En primer lugar la extensa proliferación de armas nucleares sigue operando como disuasivo efectivo de una guerra. Una vez más se acaban de conjurar ominosas tensiones centradas en la península coreana. Gracias a nuestro Premio Nóbel el embajador Alonso García Robles que detuvo cualquiera carrera armamentista en América Latina, podemos vivir aquí en la relativa confianza del Tratado de Tlatelolco suscrito en febrero de 1967 y realizar nuestros programas de desarrollo sin la compulsión de gastar infinitas cantidades de dinero en estudios y ensayos en demérito del progreso interno.

Ahora aparece, desde otra rama de la ciencia, una temible arma en el arsenal que son los drones voladores que inauguran la guerra sin piloto humano. Se abren infinitas perspectivas para agredir sin riesgo. El ataque despersonalizado, víctimas seleccionadas, guerra que se escala y mejora su eficiencia. ¿Triunfos asépticos?

¿Cómo decidir las posiciones que México debe tomar en un mundo de paz tan precaria que algunas veces puede afectar el bienestar del pueblo mexicano? Para examinar opciones, desmenuzar dilemas y luego actuar hay que tener claridad sobre los antecedentes y consideraciones prevalecientes.

Las potenciales amenazas externas y las incesantes violencias internas del momento son acicates para insistir en preparar y sumar programas de desarrollo económicos y sociales. La recurrencia de nuestras debilidades y negligencias debe terminar. Nuestros compromisos políticos e ideológicos deben ser los dinamos del país.

[email protected]

Escrito en: JULIO FAESLER conflicto, tomar, partes,, momento

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas