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Renuncia de Margarita, sin repercusiones electorales

JESÚS CANTÚ

JESÚS CANTÚ

Para tener posibilidades reales de ganar una elección desde una candidatura independiente se requieren, al menos, tres elementos indispensables (pero ninguno suficiente por sí mismo): tener una imagen bien posicionada en la circunscripción que se busca representar o gobernar; tener un mínimo de estructura operativa que le permita acercarse presencialmente a los electores; y, desde luego, una reserva económica que permita realizar una campaña en todo el territorio objetivo.

Por supuesto, que estos elementos tampoco garantizan el triunfo por sí mismos, pues normalmente tienen que concurrir con otros dos factores externos, al candidato mismo, que tienen que concurrir: un mal gobierno en curso, pues normalmente la opción de un candidato no partidista se fortalece por el hartazgo ciudadano; y la ausencia de opciones confiables desde los partidos políticos, sea por los candidatos en sí mismos o porque ya todos los institutos políticos hayan hecho un mal gobierno en su momento.

Antes de tomar la decisión de participar en una contienda electoral como candidato independiente es posible evaluar todos estos elementos; y, por supuesto, el éxito del proyecto ya depende de otros factores, menos previsibles, como es la eficacia o no de las estrategias de todos los candidatos; los aciertos y errores que se cometan a lo largo de las campañas; y, eventualmente, de eventos que irrumpan a lo largo del proceso y alteren el curso normal del mismo, en el que caben una larga lista de cuestiones, que pueden ser desde catástrofes naturales, epidemias (como ocurrió con la influenza en el 2009) y un largo etcétera.

En el presente proceso electoral fue evidente, desde el momento de la recolección de firmas, que la única aspirante a la candidatura presidencial que cumplía de alguna manera con los elementos señalados en el primer párrafo era Margarita Zavala, pues era relativamente conocida en todo el territorio nacional por haber sido la esposa del ex presidente Felipe Calderón, pero además porque con toda anticipación realizó una gira por toda la república cobijada por una asociación civil, creada ex profesamente para ello, lo cual al mismo tiempo le permitió crear -aunque haya sido de manera incipiente- la estructura operativa.

Sin embargo, todo indica que el último elemento no fue calculado certeramente, pues aunque eventualmente había potenciales donantes que le habían comprometido recursos, no los habían recaudado y eso la volvió vulnerable, pues con el paso del tiempo, algunos de los que habían ofrecido su apoyo fueron los primeros que incumplieron su compromiso e impactaron severamente al proyecto de Margarita.

Aquí vale la pena hacer una reflexión, pues una de los grandes cuestionamientos hacia las candidaturas no partidistas, es precisamente el problema del financiamiento de las mismas y los compromisos que se generan entre el donante y aspirante. En este caso, los compromisos de los donantes se basaban fundamentalmente en la premisa de que la candidatura de Margarita minaba las posibilidades de triunfo de Andrés Manuel López Obrador.

Conforme avanzó el proceso electoral, las condiciones previas empezaron a cambiar. En primera instancia, ella fue la única que obtuvo limpiamente (me refiero a que se verificó que cumplió con el número de firmas requerido); posteriormente, fue evidente que la candidatura de Zavala no tenía ninguna posibilidad real de ganar, pues su techo era muy bajo; y, por si eso fuera poco, para desincentivar a sus donantes potenciales, empezó a evidenciarse que aunque fuera un porcentaje bajo de votos, sí les restaba a las otras tres candidaturas y a sus donantes les empezó a preocupar que les quitaba a Ricardo Anaya, de la coalición Por México al Frente, y a José Antonio Meade, de la coalición Todos por México.

En estas circunstancias se evidenció con meridiana claridad algo que es muy conocido (pero muchos analistas y ciudadanos no lo quieren aceptar): los grandes donantes no tienen principios, sino intereses; apoyan a aquel candidato que les ayuda de alguna manera para incrementar su capital. El dinero que ellos donan no lo ven como un gasto, sino como una inversión, que por ende le debe reportar alguna ganancia con el paso del tiempo.

En este caso, los donantes invertían su recurso en Margarita bajo dos premisas: una, ella ganaba la elección y una vez en el poder les permitía incrementar sus negocios con el gobierno o les ensanchaba los espacios para que ellos incrementaran sus ganancias; y dos, si ella no ganaba, pero su participación sí era un obstáculo real para el triunfo del candidato que no quieren que gane.

En el contexto actual, los donantes empezaron a percatarse que ninguna de las dos premisas estaba vigente y, por lo tanto, simplemente se retractaron de sus compromisos previos y ya no le entregaron los donativos comprometidos. Quizá como ha dicho Margarita, no la presionaron para que renunciara, simplemente dejaron de financiarla y la ahogaron.

Sin embargo, de acuerdo a las encuestas serias que preguntan por segunda opción de voto, en caso de que su primera opción no esté en la boleta; y las que han medido el nuevo escenario, después de la renuncia de Margarita, su decisión no impactó mayormente la distribución de preferencias electorales, principalmente por dos razones: una, el muy bajo porcentaje de intención de voto que tenía; y dos, porque los votantes que quedaron libres se distribuyen en porcentajes muy similares entre los candidatos restantes.

El único impacto real de la renuncia de Margarita Zavala a su candidatura independiente es en las finanzas de la familia Calderón-Zavala, pues las preferencias electorales para los candidatos restantes permanecen sin cambios.

Escrito en: JESÚS CANTÚ pues, donantes, candidatura, candidato

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