Finanzas

LA IMPORTANCIA DEL CAPITAL HUMANO EN MÉXICO

PRIMERA PARTE

Mi columna del 10 de enero se centró en uno de los hallazgos más importantes en economía y en las ciencias sociales en las últimas décadas y que se conoce como la Ecuación de Heckman. La columna destacó cómo muchos de los problemas que aquejan a México, tales como los bajos niveles de productividad y de ingresos de las personas, el reducido crecimiento económico del país, las desigualdades sociales que prevalecen, los problemas de salud y de criminalidad, pueden enfrentarse con la recomendación de Heckman (premio nobel de Economía 2000), basada en innumerables estudios empíricos llevados a cabo en los últimos años, de que hay que invertir intensivamente en el desarrollo educativo de los niños en los primeros años de su infancia. Heckman encontró que invertir en la educación temprana contribuye a que los niños alcancen luego mayores niveles de escolaridad y que posteriormente logren un mejor desempeño profesional y obtengan mayores ingresos (y, por ende, paguen mayores montos de impuestos). Heckman también encontró que en su conjunto las personas que en su primera infancia habían recibido mayor inversión en su educación tenían mejor comportamiento social con menores tasas de criminalidad y menores necesidades de asistencia social. Asimismo, enfrentaban menores problemas de salud, tales como obesidad y tabaquismo, lo que implicaba menores necesidades de gasto para enfrentarlos.

El esfuerzo de investigación económica en los temas de capital humano sigue siendo muy intenso. Un documento sobresaliente en este campo es el World Development Report 2018, del Banco Mundial, titulado Learning to realize education's promise. Este documento de 239 páginas está dedicado totalmente a la educación, misma que siempre ha sido crucial para el bienestar humano, pero lo es más en tiempos de rápidos cambios económicos y sociales.

El documento alude a la importancia de diferenciar entre escolaridad y aprendizaje. Si bien las brechas de inscripción en educación básica se están cerrando entre países de ingresos bajos y altos, hay evidencia de que los sistemas educativos en el mundo no están siendo efectivos en reducir las brechas sociales. Por ejemplo, en 2008 las tasas de inscripción a escuela primaria eran muy similares entre el promedio de países de bajos ingresos y el de países de altos ingresos. No obstante, los resultados de las evaluaciones TIMSS (Trends in International Mathematics and Science Study) muestran que el estudiante promedio en economías de bajos ingresos tiene un desempeño peor al 95% de los estudiantes de países de ingresos altos. De hecho, la mayoría de los estudiantes con las calificaciones más altas en economías de ingresos medios estarían catalogados dentro del cuartil más bajo de aptitudes en economías avanzadas.

El estudio también alude a cuatro características que es deseable que tenga cualquier sistema educativo en el mundo. En esta columna comentaré dos de ellas, mientras que las otras dos y algunas recomendaciones para el sistema educativo mexicano las comentaré en mi siguiente columna quincenal.

Estudiantes preparados: en muchos casos los estudiantes no cuentan con los requerimientos básicos para el aprendizaje. La desnutrición, enfermedades y un entorno hostil asociado a la pobreza debilitan el aprendizaje en la primera infancia. Las carencias severas, ya sea en términos de nutrición, entornos insalubres o falta de cuidados por parte de los padres y/o maestros, tienen efectos duraderos, ya que deterioran el desarrollo cerebral de los infantes. Ello implica que incluso en una buena escuela los niños que sufren de estas carencias podrían aprender menos que otros niños. Por lo tanto, los sistemas educativos que no puedan garantizar estos requerimientos básicos tienden a ampliar las diferencias iniciales de aprendizaje.

Enseñanza efectiva: es común que los maestros carezcan de los conocimientos o no tengan los incentivos necesarios para ser buenos profesores. De hecho, los maestros son el principal factor que explica el aprendizaje en las escuelas. En economías emergentes, la calidad de los maestros es un factor de mayor importancia que incluso en las economías avanzadas, pero en muchos casos los sistemas educativos no logran atraer maestros altamente calificados. Por ejemplo, los estudiantes de 15 años que aspiran a ser maestros obtienen puntajes por debajo del promedio nacional en las pruebas PISA en la mayoría de las economías tanto emergentes como avanzadas. Asimismo, en la mayoría de los países emergentes el tiempo dedicado en las escuelas al aprendizaje es menor que en las economías avanzadas, ya que una parte del tiempo de clase se dedica a otras actividades o simplemente los maestros están ausentes. Esto último no significa que ello sea necesariamente culpa de los maestros, sino destaca la necesidad de que los sistemas educativos puedan impulsar el apoyo que se les da, tanto económico como para incrementar su capital humano.

Escrito en: economías, ingresos, maestros, países

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