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¿Cállense chachalacas?

LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

Bien por Ricardo Anaya, candidato a Presidente de la República de la Coalición por México al Frente, al haber reconocido el derecho que asiste a los empresarios, que en el marco del actual proceso electoral se pronunciaron en contra del populismo, como ideología que pone en riesgo no solo el futuro económico del país, sino las formas esenciales de convivencia entre los mexicanos.

El pronunciamiento hecho por el candidato Anaya durante un acto de campaña en la ciudad de Zacatecas, además de ser razonado resulta valiente, porque se produce a contracorriente de una tendencia generalizada en medios de comunicación, e incluso entre algunos dizque politólogos, que consideran "imprudente" la incidencia de los empresarios en las elecciones, porque según dicha tendencia, la participación de los hombres de empresa implica una interferencia que conduce a la polarización.

La opiniones de comunicadores y analistas que piensan en contra de la participación de los empresarios y la expresión de sus ideas, resulta inexplicable en un país que precisamente enfrenta un alto índice de homicidios cometidos en contra de periodistas, como resultado de una peligrosa intolerancia en contra tanto de la libertad de expresión, como de la libertad de prensa. El escenario actual es propicio para repetir la conocida reflexión que advierte que la intolerancia y el odio vinieron primero por unos y luego por otros y no hicimos nada, y cuando nos llegó el turno, ya no había nadie más que nos defendiera.

No ha faltado quienes digan que los empresarios que se han manifestado en el caso carecen de autoridad moral sin embargo, el derecho a la libre expresión de las ideas, no está sujeto a la tenencia de un certificado de aprobación expedido ni por el gobierno ni por nadie, porque corresponde a una facultad esencial de las incluidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos del Hombre y del Ciudadano. Es cierto que existen razones para criticar al empresariado en su conjunto ya que, salvo honrosas excepciones, el gremio suele dar pocas muestras de solidaridad y compromiso con el resto de la sociedad y el hecho de que algunos de ellos salgan de su zona de confort para fijar una postura política, es positivo.

Es sabido que el debate al respecto constituye una respuesta al candidato López Obrador, que difundió un rumor según el cual, algunos empresarios pidieron a Peña Nieto que interviniera para impedir el triunfo del Peje. El chisme fue propagado por el propio Peje sin expresar su fuente de información, y vino acompañado de un ataque artero en contra de empresarios a los que llamó por sus nombres, refiriéndose a ellos como "minoría rapaz" y ahora, al linchamiento público se suma una campaña de medios que se opone a que los señalados respondan y les dice ¡chitón callados!.

También llama la atención que el grave señalamiento que lo anterior implica se produzca sin sustento alguno, y que López Obrador tenga dos reglas distintas para juzgar. En cuanto a los empresarios que lo apoyan como Poncho Romo de Monterrey y otros que incluso andan de candidatos del Partido Morena como Jaime Bonilla de Baja California o Armando Guadiana de Coahuila, el Peje considera que tienen todo el derecho de participar en política y en cambio, a otros que no comulgan con las ideas populistas y se atreven a pensar y decir distinto, los descalifica ferozmente y en automático.

Los empresarios que se expresaron en contra del populismo no solo tienen derecho de opinar, sino que incluso están obligados a participar en la vida pública nacional como ciudadanos que son. El contraste es evidente: Anaya se muestra como un candidato sencillo, respetuoso de las libertades y afín a la normalidad democrática, y la actitud del Peje pinta de cuerpo entero su talante autocrático e intolerante.

Escrito en: Archivo Adjunto empresarios, candidato, derecho, incluso

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