Durango

Enseñar al niño y educar al padre

Pedagogía blanca para madurar

Enseñar al niño y educar al padre

Enseñar al niño y educar al padre

Redacción S. N.

El blanco método tiene por su construcción más acabada un programa de formación adulta y de autoformación infantil en el que el alumno se hace cargo de su proceso educativo y se esfuerza por integrar la teoría en su vida diaria.

Sus promotores la definen como una forma de acompañar a los niños en su crecimiento y su aprendizaje, pero sin incurrir en errores que han caracterizado al proceso de enseñanza. Una primera postura destaca la importancia de educar en positivo.

La pedagogía blanca (PB) consiste en ofrecer a los menores las herramientas necesarias para desarrollar las potencias presentes en ellos desde su nacimiento, ayudarles a cultivarlas desde el respeto a los procesos madurativos. La formación integral requiere tanto el saber estimular los talentos de los niños como entender que cada uno tiene sus características personales y un ritmo evolutivo particular.

La palanca para iniciar con éxito el camino de la adquisición de conocimientos no hace sino poner en marcha la curiosidad natural del infante. La conformación de un espíritu crítico, un salto que acabará por echar a volar la creatividad, inicia cuando se despierta el interés por conocer.

PAPÁS OBJETIVOS

Los pequeños en formación no son los únicos objetivos de la pedagogía blanca. Ésta también se enfoca en los padres. El planteamiento es como sigue: sólo quienes son capaces de despojarse de ideas erróneas consiguen reponer la confianza en el proceso natural del aprendizaje.

Los niños vienen al mundo, expone la PB. con grandes capacidades, poseen inteligencias en diversos ámbitos y disponen de un deseo de aprender enorme.

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Foto: Archivo Siglo Nuevo

No obstante, su entorno puede torcer las cosas. Los padres, por ejemplo, pueden perjudicarlo mucho si dañan las emociones de su descendiente, si incurren en prácticas como el chantaje paterno, si valoran los progresos del menor conforme a pruebas y procedimientos estandarizados, si ignoran la necesidad del niño de tener un acompañamiento activo durante el desarrollo de sus capacidades.

De ese modo se configuran como requisitos ineludibles que padres y maestros conozcan las herramientas teóricas y prácticas de la pedagogía blanca y que sean capaces de analizar de forma crítica su propio proceso educativo. De esa reflexión y de los cambios producidos al hacer las cosas de otra manera surgen la PB y su propuesta: un programa de educación cuyos objetivos son el cerebro y su forma de adquirir conocimiento, el establecimiento de una corriente pedagógica alternativa, una crítica al sistema escolar pendiente de las formas en que se lleva la creatividad al aula, una pugna por la libertad de aprendizaje. La PB tiene como meta formar seres humanos de excelencia al potenciar las cualidades e inteligencias personales.

La construcción más acabada del blanco método es un programa de formación adulta y de autoformación infantil en el que el alumno se hace cargo de su proceso educativo y se esfuerza por integrar la teoría en su vida diaria.

MISIÓN

Los promotores de la PB pretenden cambiar la educación. El proceso formativo, exponen, debe responder a las necesidades auténticas de los menores y prepararlos para un futuro cambiante. La triada creatividad, empatía y cooperación son las claves de una formación integral.

En una correcta aplicación de esta tendencia pedagógica los educadores ayudan los menores a aprender; a hacer mayéutica, es decir, conocerse a sí mismos y a partir de ahí avanzar hacia la comprensión de la diversidad, hacia la generación de autoconfianza y autonomía. Un indicador de que las cosas se están haciendo bien: los niños se sienten capaces de asumir riesgos y de actuar, poco a poco, por su propia iniciativa.

La escuela, señalan los pedagogos blancos, cumple mejor con sus funciones cuando en su interior se propicia un ambiente proclive a estimular lo mejor de cada alumno. Esa condición demanda respeto a las distintas inteligencias.

Las virtudes de quienes llegan al mundo son delicadas. Herir las emociones de un infante bien puede constituirse en un obstáculo que impida el desarrollo pleno de sus facultades. En esta corriente pedagógica se proponen allanar el terreno.

Los hijos, explican, comienzan a aprender desde el vientre, allí donde se sienten seguros. Esto cambia cuando nacen y empiezan a utilizar sus sentidos, sienten frío, escuchan ruido, tienen delante suyo un mundo por conocer.

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Foto: Archivo Siglo Nuevo

APRENDIZAJE ALBO

Para enseñar a los hijos a ser buenos, a conducirse con corrección y ser felices, los padres también deben hacer la tarea y aprender a ser acompañantes en el proceso de crianza.

La PB pide tener presente que cada niño es único e importante; requiere respeto a sus ritmos y ayuda al momento de iniciar el camino del autoconocimiento.

Nutrir la creatividad, desatar la pasión intelectual, fomentar el razonamiento lógico y pulir la plena conciencia son escalas de un proceso de enseñanza apoyado en los vínculos sociales, en esa materia primordial que es el amor de los padres.

Los progenitores deben inspirar confianza en su descendiente. Lo ideal es que establezcan normas claras y racionales. Los pedagogos blancos también recomiendan eliminar los castigos del sistema de crianza. La idea es que el niño conforme su propio sistema de valores y aprenda desde la autorregulación.

No basta con transmitir información. Si el infante es estimulado para que investigue, construya y actúe, se sentirá feliz al descubrir cosas por él mismo o con ayuda de sus padres o de su maestro. Cuando aprende de ese modo, es feliz, se enorgullece de sus logros y queda vinculado con el conocimiento adquirido; gana grados de autoestima, aumenta su compromiso y aprende el valor del esfuerzo.

Los progresos pueden ser mayores si los padres detectan con oportunidad los temas o actividades que apasionan al hijo y logran motivarlo para aprender cosas que, si bien no le llaman la atención, es necesario saber.

Es posible disfrutar del aprendizaje, resaltan en la pedagogia blanca, sin renunciar al rigor o a la profundidad que merecen ámbitos como la ciencia o el arte.

Cambiar el paradigma educativo, postulan los promotores de esta corriente, prepara a los infantes para un futuro cambiante. Los dota de herramientas como creatividad, empatía y capacidad cooperativa, allana el camino hacia un desarrollo integral dirigido a la excelencia.

Escrito en: proceso, formación, aprender, niño

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