Una elección importante

López Obrador ha asumido una posición muy distinta a la que tenía en el pasado. Ya no habla de mandar al diablo a las instituciones.

Estamos a dos semanas de una de las elecciones más importantes en la historia de México. No es importante sólo por sus dimensiones, a pesar de que sí se trata de la elección más grande de la historia debido a la suma de procesos federales, estatales y municipales. Tampoco lo es por ser la más cerrada; de hecho, las encuestas sugieren que tendremos un resultado más abierto que el de 2006, el cual se definió por apenas un cuarto de millón de votos. La importancia radica en el contraste que los candidatos están ofreciendo para el futuro de nuestra nación.

Entre los candidatos presidenciales, Andrés Manuel López Obrador, el favorito en las encuestas, busca un retorno a un México más nacionalista, con un gobierno que intervenga más activamente en la economía, que regrese a los pagos de garantía para el maíz, que promueva la autosuficiencia alimentaria y que cancele algunas de las reformas estructurales de los últimos años. Representa un retorno al PRI de los años setenta y principios de los ochenta.

Ricardo Anaya, segundo lugar en los sondeos, ha hecho campaña prometiendo que va a sacar al “PRI corrupto” de Los Pinos. También ofrece un ingreso universal, entregaría dinero del gobierno a todos los mexicanos por el simple hecho de ser mexicanos.

A pesar de no ser priista, José Antonio Meade defiende las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto y plantea que debemos seguir impulsando este esquema económico. Pero, se enfrenta a un hartazgo de la población con el presidente Peña Nieto y con el PRI.

Jaime Rodríguez Calderón, el Bronco, es el único aspirante independiente a la Presidencia de la República en liza luego de que decenas empezaron el camino. Él dice que representa la única opción fuera de los partidos.

Además de la contienda presidencial, se llevarán a cabo comicios para miles de cargos de elección popular en todo el país. Por eso la cita con las urnas de este año puede representar un cambio fundamental en el rumbo político de México.

Muchos mexicanos piensan que el voto no vale nada y que no es importante sufragar. López Obrador, en las campañas que ha perdido, convenció a millones de que el sistema electoral es fraudulento e injusto. La verdad es que desde hace décadas tenemos elecciones bastante confiables y competidas. A mi juicio, la última votación en la que hubo irregularidades tan serias como para cuestionar el resultado fue la de 1988, en la que Carlos Salinas de Gortari derrotó a Cuauhtémoc Cárdenas y a Manuel Clouthier.

López Obrador ha asumido una posición muy distinta a la que tenía en el pasado. Ya no habla de mandar al diablo a las instituciones. Tampoco dice que las encuestas están cuchareadas. Su ventaja es suficientemente grande como para que esté pensando en cómo gobernar el país. Esto remarca su confianza en las encuestas y en las instituciones. Los tiempos han cambiado.

Muchos electores ya tomaron su decisión, pero otros siguen sopesando las propuestas de los candidatos. A final de cuentas, el ciudadano puede definir como marcar su boleta en el último momento.

A los mexicanos nos ha costado mucho esfuerzo construir la libertad de votar. Hoy, es importante valorar esa libertad. Cada voto vale y cuenta. La idea de que no importa por quién vote uno porque alguien terminará por hacer fraude, es falsa. Por eso es tan importante acudir a las casillas. El sufragio es efectivo. En este momento debemos decirnos a nosotros mismos: Ten cuidado por quién votas, no sea que lo elijas.

Twitter: @SergioSarmiento