Siglo Nuevo

Alberto Arnaut

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Iván Hernández

En 2010, el Gobierno mexicano anunció la muerte de dos sicarios que fueron ultimados por el Ejército. En realidad, se trataba de dos alumnos de excelencia del Tecnológico de Monterrey, quienes fueron torturados y asesinados por militares. De la búsqueda de justicia para estos jóvenes nació el documental Hasta los dientes, la ópera prima del director Alberto Arnaut.

Arnaut es egresado de Comunicación Social de la Universidad Autónoma Metropolitana, donde se especializó en Cine Documental. Cursa la Maestría en Cine Documental del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos.

¿Filmaste un documento de consulta para entender un aspecto de la guerra contra el narco?

Sí. A nosotros nos interesaba que la investigación de este trabajo fuera muy rigurosa para que a la gente no le quedara la menor duda de lo que verdaderamente sucedió ese día. Hay cosas que, por el tiempo, no pudieron entrar. Sin embargo, Hasta los dientes logra que la gente no dude acerca de que Jorge Mercado y Javier Arredondo (así se llamaban los estudiantes asesinados) no pertenecían al crimen organizado. Esa es una de las peticiones principales de la familia, después de que la Sedena (Secretaría de la Defensa Nacional) dijo que estaban armados hasta los dientes.

También tiene el objetivo de que se entienda como operan este tipo de ejecuciones extrajudiciales y por qué operan. No se trata de una equivocación, no se trata de un error, no se trata de un fuego cruzado, se trató de un homicidio donde los militares prefirieron ejecutar a Jorge y a Javier en lugar de reconocer su error, que habían herido sin querer a dos estudiantes, lo que hubiese sido posible de entender en una dinámica de guerra.

Sostengo que, de alguna manera, los militares también son víctimas de esta guerra. Los llevan sin ninguna o con muy poca preparación, les dan un arma, pero no saben manejar una situación donde hay civiles involucrados. De ahí nuestra petición de que salga el ejército de las calles, creemos que no están preparados para realizar esa labor.

Describes lo que pasa en el país como una guerra civil...

Sí, por supuesto que sí. Algo que sorprende mucho a nivel internacional y que aquí ya hemos normalizado es que el ejército esté matando a su propia gente. Las fuerzas armadas no son para eso, el ejército no está para enfrentar a su propio pueblo sino para defender a la nación de ataques extranjeros o realizar otro tipo de labores. En lugar de eso, combate a sus coterráneos, eso no debería estar sucediendo. Eso es propio de una guerra civil, donde se mata a población principalmente joven y pobre. Como generación nos duele. Todos los que participamos en la producción del documental tenemos más o menos la misma edad que tenían Jorge y Javier; también es casi la misma edad que tenían los militares que los mataron y la misma que tenían los sicarios a los que iban persiguiendo los militares. Es una generación que se está perdiendo, nos están metiendo en una dinámica de violencia que no nos merecemos y no queremos.

De alguna forma Hasta los dientes es un manifiesto de una generación que creció en la guerra y que no quiere ese futuro que nos están ofreciendo, un futuro de muerte.

Tu obra parece un eco del cartón censurado de Hernández, aquel de Para que la droga no llegue a tus hijos...

Como los caricaturistas que sintetizan y llegan de manera brutal, el documental (Hasta los dientes) es directo y crudo. Es muy grave lo que está sucediendo, los jóvenes somos desechables, totalmente prescindibles en este sistema, sobre todo los jóvenes pobres. En el caso de Jorge y Javier, no eran necesariamente pobres, pero tampoco pertenecían a la élite, por eso pudieron hacerlos pasar por sicarios, por eso intentaron desaparecerlos, eso era lo que querían, desaparecerlos, y hay que decirlo. Para entender la problemática de la desaparición debemos entender que en muchas ocasiones se trata de inocentes que por alguna u otra razón son confundidas.

¿Y la doble victimización, te matan y te llaman sicario?

Te llaman sicario y desaparecen tu cuerpo. Las drogas hacen mucho más daño cuando se les persigue y se les declara la guerra que las drogas en sí mismas. Es decir, si fumas marihuana no pasa de que te apendeje un rato, pero cuando combaten las drogas te están matando. El daño social de la marihuana es mucho menor que el daño social del alcohol o el tabaco, sin embargo, por una política pública estúpida que estableció Estados Unidos en los años ochenta, se esta persiguiendo a los consumidores y productores de marihuana. Esto tiene mucho de simulación y muchas cosas que tienen que ver con todo, menos con proteger a la ciudadanía.

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Foto: Aída Moya

¿En qué momento aterrizaste el título Hasta los dientes?

Fue en 2013. Estaba pensando en el nombre de la película, hasta ese momento tenía el de Javier Francisco, pero en el fondo sabía que no se llamaría así. Un amigo me sugirió el nombre, lo que dijo la Sedena en ese momento, y que era algo que tanto daño le hizo a las familias de estos dos jóvenes. Después del modo en que murieron ambos lo que más les indignó (a las familias) fue que los hayan hecho pasar por sicarios, y que hayan dicho que estaban armados hasta los dientes.

El título sintetiza la historia…

En cuanto este amigo me lo sugirió, me sonó. Todavía lo cuestioné, pero sí, se quedó y creo que hace un buen resumen de los que es la película.

Entre el derecho al olvido y el derecho a la memoria, para construirnos como nación, ¿hacia qué lado nos vamos, o buscamos el punto intermedio?

Yo creo que si no sabemos lo que sucedió nunca lo vamos a poder cambiar. Si no sabemos como se dan estas dinámicas de ejecuciones extrajudiciales, cómo es que el ejercito decide asesinar a una persona, no vamos a poder hallar alternativas a la estrategia de seguridad pública. Para cambiar algo hay que saber qué es lo que está sucediendo, y no hablo sólo de los ciudadanos, también me refiero a las autoridades, porque en esta sacralización que se tiene del ejército son incapaces de ver todas estas cosas negativas que tiene la institución.

¿Qué sientes cuando escuchas la frase: ejército en las calles?

Miedo. Cualquier persona que haya visto la película lo primero que siente es miedo de que eso te puede pasar a ti. La secuencia de la chica en la tienda de conveniencia, la pusimos porque es un claro ejemplo de que si bien fallecieron Jorge y Javier, en esa situación hubiese podido fallecer cualquiera. Todos en en ese momento y en ese lugar estaban en peligro, y mientras esté el ejército en las calles, todas nuestras vidas están en peligro, es así de sencillo.

¿Y ahora con la Ley de Seguridad Interior, es peor?

Sí. Antes decíamos que además de estar mal que los soldados estuvieran en las calles, era ilegal, una medida inconstitucional. Ahora, con esto legalizado, es como si estuviéramos caminando en el sentido opuesto al que deberíamos ir. Lo que tenemos que hacer es realizar acciones que permitan de manera paulatina la salida del ejercito de las calles. Fortalecer a las policías de manera que estos cuerpos vayan tomando un papel más preponderante en las labores de seguridad y que el ejército vaya dejándolas. No es una tarea fácil ni va a suceder de manera inmediata, serán años, pero es hacía donde se tiene que aspirar a llegar. La Ley de Seguridad Interior parece que va en el sentido contrario.

No mencionaste otros casos de ejecuciones extrajudiciales ligadas al Ejército, ¿por qué?

Hasta los dientes es un botón de muestra de una política de estado, de cómo manejan las autoridades este tipo de situaciones. Algo muy representativo es que una semana antes de la muerte de Jorge y Javier, una pareja en Anáhuac, Nuevo León, fue asesinada básicamente en las mismas circunstancias: un enfrentamiento entre el ejército y sicarios. Van saliendo de su trabajo, se encuentran con el conflicto y se resguardan tras una camioneta. En la balacera hieren a Juan Carlos (Peña) y cuando se termina el enfrentamiento, Rocío (Elías Garza) sale y pide ayuda a los militares y también le disparan, la asesinan, y les siembran armas.

Era un modus operandi. Un mes atrás pasó otro caso parecido. Militares vestidos de policía persiguen una camioneta que les parece sospechosa, la alcanzan, disparan y siembran una pistola. Lo mismo. Cuando vemos el documental debemos entender que no es un caso aislado sino un sistema de actuar, cuando menos en Monterrey, en esos años.

Era común decir que todos tenemos un familiar migrante, hoy se dice que todos hemos perdido a alguien en este conflicto...

Eso es brutal. Casi todos tenemos un conocido, con apenas un grado de separación, que ha sido víctima de esta guerra. Eso también ha hecho que ya no suenen tan descabelladas ideas que antes eran impensables, como la amnistía o la comisión de la verdad. Pienso que eso mismo creo un hartazgo en las personas, es decir, que ya se esté reconsiderando esta estrategia, antes la apoyaban muchos mexicanos, ahora buena parte de ellos reconoce que quizá ese no sea el camino.

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Foto: Aída Moya

Abordaste uno de los puntos más sonados de la campaña de López Obrador. ¿qué esperar del próximo gobierno en materia de seguridad?

No sé qué esperar. Me gustan mucho las propuestas de Olga Sánchez Cordero, propuesta para la Secretaria de Gobernación. Ella habla de mecanismos de justicia transicional y pienso que eso es justamente lo que debemos hacer. Los gobiernos, el actual y los anteriores, no se quisieron meter en ese terreno porque la justicia de este clase se ocupa cuando se va saliendo de una dictadura o de una situación de violaciones graves y extendidas a los derechos humanos. Nunca se quiso aceptar que estábamos viviendo así. Pero hay muchos que pensamos que esta es nuestra dictadura, nuestro holocausto y tenemos que actuar en consecuencia, no sólo jurídicamente, también como artistas, como cineastas, dentro de las estrategias de transición.

Una democracia no esta completa si no tenemos una serie de medidas que garanticen nuestra tranquilidad como sociedad.

Hablas de una realidad y de personas que intentaron modificar esa realidad, pero el artista también altera el hecho...

Tenía muy claro que la investigación debía ser muy rigurosa, no podía dejar lugar a dudas; tenía que sustentarla en evidencias, en documentos y en testimonios de personas que estuvieron directamente involucradas. No podía aparecer en la pantalla el intelectual que explica y esas cosas, tenían que ser las mismas personas involucradas las que nos explicaran lo ocurrido.

Modifiqué la realidad, sí, porque no deja de ser la visión de un grupo de personas que investigó. Tampoco veo que alguien sea capaz de contarlas la verdad tal cual es. Yo no aspiro a esa verdad absoluta. Aspiro a presentar una investigación que sea irrefutable en términos de información y de datos, y hasta ahí. Claro, tomo la postura de los padres, ellos me dieron la guía de hasta dónde debía ir, cuál tenía que ser la postura de la película, cuáles sus objetivos. Asumí el lado de los padres.

Buscaste al General Cuauhtémoc Antúnez y a otros personajes de estos hechos, sin éxito...

No se prestaron, nos dieron largas y largas a lo largo de varios años, y después de mucho tiempo entendimos que era un “no”.

¿Tu impresión del estado de salud del cine mexicano?

Te voy hablar del cine documental porque se me hace que tiene una salud maravillosa: el que se está haciendo en México es de los mejores del mundo, es reconocido a nivel internacional. Tiene que ver con el interés en lo que pasa en nuestro país a partir, entre otras cosas, de Ayotzinapa, pero también con la calidad de los productos. Con una factura perfecta, con fotografía excelente, el documental mexicano está a la altura de lo que nos sucede. Ocurre como en tiempos de las dictaduras en Latinoamérica, que surgieron muchos documentales maravillosos, o luego de la Segunda Guerra Mundial y el holocausto, donde surgió un boom muy bueno.

Los documentalistas mexicanos estamos sacando la casta y haciendo lo que nos toca, que es retratar esta realidad y contribuyendo a cambiarla.

¿Y en materia de difusión?

Siempre que me preguntan que si hay censura en las películas digo que la censura no está tanto en la producción. Por ejemplo, aunque hay recursos limitados, no deja de ser paradójico que mi película fuera financiada por el Estado mexicano. Creo que la censura está, más bien, en la distribución y la exhibición. Es muy difícil que el cine mexicano, y en especial el documental, llegue a Cinépolis o Cinemex, que tienen acaparadas gran parte de las salas del país.

Espacios como los del Festival Ambulante hay que aprovecharlos y exprimirlos bastante porque, como cineasta, sabes que es de los pocos que vas a tener en el país. A mí me interesa rescatar el cine en la sala, ese estar metido en un cuarto oscuro con una pantalla hipnotizante, suspender todo para hacer una conexión tipo Bluetooth colectivo, contagiarse de lo que sucede en la sala. También busco generar que se discuta en comunidad lo que se vio en la pantalla.

¿Cómo ver Hasta los dientes si no te llega a una sala a nuestro alcance?

Pueden buscarla en la programación de Ambulante. Vamos a estar en casi todos los estados de la República. Otra opción es que es nos escriban a la página de Facebook de la película /hastalosdientesdocumental. Si tienen algún espacio donde quieran que estemos, armamos la proyección. No queremos que la vean en sus casas sino que la vean en colectivo, es un título para la discusión y la reflexión.

Escrito en: ejército, mucho, tenemos, documental

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