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Nos fue como en feria

LETRAS DURANGUEÑAS

Nos fue como en feria

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ARMANDO ARMANDO BLANCARTE VILLARREAL

Alas de libertad en los pies de los niños, a veces sujetos a deberes tempranos, miran desde el aula el azul del cielo, la nube que pasa, anhelan unirse al vuelo de las aves que invitan con su canto a respirar el aire fresco. El carrusel del tiempo girando, completó otro ciclo escolar. Aldo recibe con las manos pegajosas de sudor nervioso, un sobre amarillo mostaza, largo y angosto, brillante y lisito, de papel manila; contiene la boleta de calificaciones; salvoconducto de sus vacaciones de verano.

Este año si voy a comprarme todo lo que me dé la gana, ese bastón de caramelo de rayas rosas y blancas; si, el más grande. La ruleta, jugar a la ruleta ora si voy a ganar; y me voy a subir a la rueda de la fortuna, y a las canastas y a las sillas voladoras, si, a todo le voy a atorar. ah, también me voy a comprar un sombrero como el de mi papá, así chiquito, aunque sea de paja, como el de los artistas de las películas de Tin Tan; al último si no me alcanza; pos me compro el puro sombrero; a ver si le gusto a Vero y me hace caso.

Quisieras comprar el mundo, pero aunque pudieras no creo que te gustara. A tu cochinito negro de barro, le da vergüenza lo poquito que tiene en la panza; si casi muere de hambre el infeliz: seis veintes de cobre, treinta monedas de a cinco de las grandes, ocho de a diez de níquel, un billete de a peso que te dieron por tu primera comunión; ah, pero eso sí, nuevecito; no querías ni doblarlo para meterlo a la alcancía. También dos tostones, y un peso de plata. En realidad mucho bulto y poca sustancia.

El cielo se cae a chorros, por lo que se declara oficial La Feria De Durango. Alii va Aldo con sus dos hermanitos; Rico y Chato con la tremenda ansiedad acumulada, los rostros felices, expectantes, bien peinaditos, y limpios, tomando de la mano aunque contra su voluntad a chato el más pequeño, van colmados de alegría y de deseo de llenar sus sentidos, de sonidos, luces de colores, objetos, movimiento; deseos sanos, ajenos a necesidades creadas, disfrutando un mundo sencillo y natural. Cuentan su dinero; Aldo solo tiene cinco pesos. En la ruleta multiplicaré mi dinero se dice esperanzado.

Te lamentas de haber derrochado días antes tu lana; ¿y ora cuatito? ¿qué vas a apostar en la ruleta, pos pa que compraste la lupa en la mercería Iris?, nomás ahí se te fueron dos pesos; y el anillo que le regalaste a Vero; que al rato ya lo traía Pepe tu rival. Tu decías; no, no es, sé parece; ¿pa que te haces?, si la vieja salió traidora; te gastaste tres pesotes; y lo peor; no te dio ni un besito la mendiga. Nadie sabe qué quieres ganar en la ruleta para invitarla a la rueda de la fortuna; aferrado; es tu ilusión; y quien quita solitos, en lo obscuro, y más cerca de las estrellas, te deja darle aunque sea un besito.

Ya me peluquearon estos mendigos, no me quedó ni pa un chicle; chihuahua; si el ocho negro era el bueno; ora estoy peor que al principio. ¡Ehhhey ey ey!, ¿qué es eso?, ¡a canijo! es una moneda, parece un peso brillando allí en medio de la plazuela ¡si, si!, ¡si es!, la tomaré despistadamente sin que nadie me vea. Primero, miro a todos lados; nadie me pone atención, avanzo sigiloso como un gato; con tanto ruido, luces y ese gentío nadie se da cuenta. Hijo mano siento el corazón en las orejas, ya está; pongo el pie encima, ¡así!; me agacho rápidamente y como una águila… agarro la moneda… haayyy… hayyy. Se estremeció de dolor.

La crueldad de la gente maliciosa, observando en la semi penumbra de la plazuela, mirando a los incautos, ilusos, caer en la trampa. Unos cables pelones trasmitían electricidad por el suelo mojado. Las sonrisas sarcásticas, anteriores al suceso; los ojos llenos de maldad, la carcajada cínica, estruendosa; dolorosa; para Aldo más dolorosa que el mismo toque eléctrico; se ensañaron con un inocente. Rico; el mayor agarro puños de lodo, lo lanzó a los morbosos burlescos, y salió corriendo con sus hermanos.

Ahí vas, triste y cabizbajo, tus lágrimas mojan tus zapatos. Burla tras burla engaño, tras engaño has recibido hoy; destruyendo tu anhelo de ser feliz sin malicia; tus hermanos te abrazan; Chato te ofrece cinco pesos, sonriente; tratan de consolarte. De pronto, te encuentras de frente con Vero, sus ojos alegres reflejan las luces de colores, miras su manita ofreciéndote un pedazo de caramelo rosa y blanco; te le quedas mirando sorprendido. Te muestra dos boletos para la rueda de la fortuna. Y te toma de la mano.

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS Aldo, peso, cinco, luces

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