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Aeropuerto y ambiente

SERGIO SARMIENTO

SERGIO SARMIENTO
"Los problemas ambientales, como todos los demás, pueden resolverse siempre y cuando se tenga el conocimiento adecuado." — Steven Pinker

No hay obra humana que no tenga consecuencias en el ambiente. Ni un aeropuerto en Texcoco ni un tren en la reserva de la biosfera en Calakmul. Ni siquiera la agricultura. Los cultivos acaban con la diversidad del suelo natural. El lema político "Tierra sí, aviones no" del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra no revela más que ignorancia.

Andrés Manuel López Obrador siempre se ha opuesto a la construcción del nuevo aeropuerto. Lo hizo cuando era jefe de gobierno con el argumento de que la Ciudad de México no podía seguir creciendo hacia el oriente. A pesar de eso, varios gobiernos federales, con el apoyo de la empresa especializada en aeronáutica Mitre, han llegado a la conclusión de que el único punto del valle de México donde se puede construir un aeropuerto que permita una ampliación significativa del tráfico aéreo y se convierta en un hub de conexiones internacionales es Texcoco.

Dificultades técnicas y ambientales hay muchas, pero no hay lugar cercano a la sobrepoblada área metropolitana que no las presente. Lo mismo puede decirse de una vía férrea que atraviese la península de Yucatán. La labor de los especialistas no es encontrar una solución perfecta, sino la más viable.

El suelo del lago de Texcoco es suave y esto obliga a una construcción más cara y a procesos de mantenimiento posteriores, pero el suelo del actual aeropuerto es igualmente suave o incluso más. El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México tiene un trabajo de mantenimiento anual debido a las condiciones del suelo. Las técnicas de construcción de hoy, sin embargo, son mejores y permiten desplegar pistas de mayor solidez. No hay razones de ingeniería que impidan la construcción del aeropuerto en Texcoco.

Es verdad que los costos del nuevo proyecto se han elevado. Esto es en buena medida consecuencia de la depreciación del peso frente al dólar. La revisión de las licitaciones y los contratos para el proyecto es siempre bienvenida, pero cancelar una obra porque los costos han subido, y tirar a la basura 100 mil millones de pesos o más, no tiene ningún sentido.

La solución a los problemas de costo la tiene en las manos el propio presidente electo. En estos momentos, según el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México, 30 por ciento de la financiación es pública y 70 por ciento privado. Pero el respaldo gubernamental es crucial porque, sin él, el proyecto simplemente no podría funcionar. López Obrador ha dado la solución al sugerir que se concesione el aeropuerto. Ése es el mejor camino. De hecho, solo un gobierno de izquierda podría privatizar una obra de infraestructura tan importante. Los actuales aeropuertos privados funcionan bastante bien.

El problema principal del aeropuerto de Texcoco no es técnico sino la animadversión que Andrés Manuel siempre le ha tenido. Ésta se manifiesta no solo en la selección de Javier Jiménez Espriú para ser titular de comunicaciones y transportes sino en el hecho de que ha anunciado una consulta para el aeropuerto, pero no una para el tren maya u otra para la dispersión de oficinas gubernamentales en el país.

Texcoco no es la opción perfecta, pero sí la mejor. El proyecto puede tener zonas de mitigación ecológica e incluso lagos, como ha planteado el arquitecto Alberto Kalach, quien ha dicho que el aeropuerto puede representar "el mayor rescate ecológico y urbano que se haya hecho en el país en toda su historia". Lo que sería un error monumental es cancelarlo.

MALAS POLÍTICAS

Nicolás Maduro ha anunciado nuevas medidas para tratar de salvar a Venezuela de la crisis económica. Aumentar 36 veces el salario mínimo, sin embargo, disparará todavía más la inflación y generará mayor desempleo.

Twitter: @SergioSarmiento

Escrito en: Jaque Mate aeropuerto, proyecto, construcción, siempre

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