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Una corona de laurel para el poeta emérito

LETRAS DURANGUEÑAS

Una corona de laurel para el poeta emérito

Una corona de laurel para el poeta emérito

MARIO JIMÉNEZ FLORES

Loas a la vida, loas a la Poesía, loas al poeta.

De lo alto de las antiguas torres del Palacio de la Ciencia y de las Artes, descendió un ejército de Mirmidones a construir el estrado donde sería laureado el talento, la trayectoria y la obra poética de Juan Emigdio Pérez Olvera al cumplir sus ochenta años de vida.

El grandioso Mural del Ágora, se impregnó del color de la Amistad y el Amor; por sus oscuros rincones se perdió la fría Némesis y la negra Eris, la atmósfera se fue creando limpia y transparente para que la palabra, la Reyna del Arte Poético, luciera en todo su elocuente esplendor y alegrara el espíritu de fiesta.

En el estrado se posaron los ponentes a presentar sus ofrendas al homenajeado; los invitados disfrutaron de las anécdotas de Petronilo Anaya, en las andanzas literarias con el Poeta Emérito, grado que él mismo le otorgó con el apoyo de todos, y que Óscar Jiménez ha ido cincelando en cada página de la historia de vida de Juan Emigdio, de la que dio muestra con la lectura de su mensaje, escrito con un contenido muy claro de admiración y respeto para el Poeta. Rubén Ontiveros, siempre a la vanguardia en la tecnología y la literatura, sorprendió al público con la presentación de un poemario impreso, con la novedad de que se puede leer y también escuchar con la voz del escritor en computadora y teléfono celular. La escritora Zita Barragán, con la alegría infantil que ilumina su sonrisa, narrando pinta unas figuras literarias de sus recuerdos del viaje a San Cristóbal de las Casas, Chiapas, donde el grupo de escritores de Durango, fue bien recibido y nuestro bardo muy ovacionado por el poema que escribió para Chiapas y su cultura.

De la cabellera de la hermosa Dafne, convertida en perfumado y verde laurel, fue tejida una laureola por las creativas manos de ¿se menciona el nombre?. Y al estilo de griegos y romanos, el poeta fue laureado; sus sienes lucieron adornadas con la simbólica corona, Apolo, Dante y Publio Virgilio vieron con orgullo a su filio poeta. Juan Emigdio, jubiloso, feliz y agradecido con las muestras de amistad, cariño y admiración, hiló espontáneo un poema de agradecimiento, que unió en un momento todos sus sentimientos y emociones y brotó desde el fondo de su corazón, como un torrente de recuerdos, ilusiones, amores y esperanzas. Ese poema yo lo nombro “Un sollozo a los ochenta”, que fue recibido como un regalo precioso por todos los presentes.

Filósofos y creadores del arte, están de acuerdo en que todo es más poético alrededor de una mesa con manjares y vino, y se reunieron en La Gloria de Villa, para comer, cantar y hacer libaciones en honor a Baco y Apolo para que den inspiración a todos sus discípulos.

Loas y gloria a los organizadores del homenaje, gran mérito tienen por hacer un trabajo fino y bien planeado, en esta época en que el tiempo y el dinero son tan escasos, ellos demostraron que el arte como el agua siempre encuentra su camino.

La edad de los artistas no la mide el dios Chronos, no se acumulan años, se agregan obras y Juan Emigdio tiene mucho que escribir todavía: larga vida al poeta Emérito de Durango.

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS Juan, poema, poeta, todos

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