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9/11: el estado del terrorismo 17 años después

MAURICIO MESCHOULAM

MAURICIO MESCHOULAM

Después de 17 años en los que han tenido lugar dos grandes intervenciones militares multinacionales, decenas de otras intervenciones menores, bombardeos contra cuarteles, descabezamientos de agrupaciones, operativos secretos, aplicación extraterritorial de leyes, encarcelamiento y tortura de sospechosos, polémicas medidas de ciberseguridad y ciberespionaje, cumbres y foros, cientos de medidas para prevenir el financiamiento de organizaciones ilícitas, entre muchas acciones más, después de todo eso, hoy, septiembre de 2018, el mundo padece no menos, sino mucha más actividad terrorista que en 2001. Revisemos parte de lo más reciente.

Afortunadamente según la mayor base de datos sobre terrorismo a nivel global (START, U de Maryland), el último año -2017- muestra la tercera caída anual consecutiva en cuanto a actos terroristas y muertes por esa violencia. Dicho lo anterior, es necesario afrontar los siguientes datos: (a) el número de muertes ocurridas por terrorismo en 2017 (26 mil) sigue siendo altísimo. Si lo contrastamos con 2001, hoy tenemos aproximadamente 600% más ataques y 400% más fatalidades; (b) Al Qaeda sigue viva a pesar de todo lo que se ha invertido en su destrucción; (c) ISIS, la mayor perpetradora de los últimos años, también sigue viva a pesar de haber perdido el territorio que controlaba en Siria y en Irak; conserva de 25 a 30 mil combatientes ubicados en 26 países, dispuestos a atacar cuando menos se les espere; (d) Además, el último reporte de START refleja que en 2017 hay al menos 20 grupos perpetradores adicionales a los que había en 2016.

Los elementos anteriores nos ofrecen un panorama ambiguo y esta es la principal razón: el terrorismo es un fenómeno de altísima concentración; tres países padecen más de la mitad de ataques terroristas en el mundo, Irak, Afganistán y Siria, y un puñado de otros siete, el 25%. Por tanto, si en alguno de los sitios de mayor concentración se consigue mermar a algún grupo perpetrador, las cifras se mueven considerablemente. Sin embargo, el terrorismo no es, como tal, un tipo de violencia material, sino un tipo de estrategia que utiliza la violencia material únicamente como instrumento a fin de provocar impactos en otra esfera, la psicológica, la simbólica y la política. La idea no es generar muertes por sí solas, sino provocar terror a partir de esas muertes, o bien, a partir de comunicar un sentimiento generalizado de vulnerabilidad y amenaza. Por ende, lo que tendríamos que poder medir no es tanto el número de incidentes o el número de muertes, sino la velocidad con la que las noticias son propagadas de manera masiva y su capacidad de incidir en las actitudes, opiniones y en las conductas de terceros.

Un ejemplo: según un reporte de 2017, la posibilidad estadística de que un estadounidense muera en un ataque terrorista es una en 29 millones. Sin embargo, en 2016 ocho de cada diez encuestados consideraba algo o muy probable que ocurriese un atentado terrorista próximamente (Quinnipiac), representando los niveles más elevados de ansiedad por terrorismo en EU desde 2001. Así que lo que debemos preguntarnos no es solo por qué el número de eventos y muertes por terrorismo se han incrementado desde 2001, a pesar de que nunca antes se había destinado tantos recursos económicos y humanos para su combate. Las preguntas más hondas deben versar en torno a mediante qué mecanismos funciona este tipo de violencia como para que hoy, tras 17 años, muchas sociedades que están lejos de ser las mayores víctimas directas del terrorismo, no se sientan menos vulnerables que en ese 2001.

Twitter: @maurimm

Escrito en: MAURICIO MESCHOULAM terrorismo, muertes, número, sino

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